En ocasiones las puertas se abren cuando parecían cerradas por un tiempo. Lo que hay que hacer entonces es saludar la buena nueva y aprovechar la inercia para conseguir el objetivo deseado. Desde que este periódico sacó la noticia de que la Universidad de Valladolid descartaba la implantación del Grado de Enfermería en Segovia, han sido distintas las voces que se han unido para no dejar morir una reivindicación en la que se une el enriquecimiento formativo del campus segoviano con la reimplantación de una modalidad de amplio calado en el mercado de trabajo. No debemos, empero, echar las campanas al vuelo. El camino a seguir es proceloso, pero si concurre la voluntad política los problemas de la implantación –que no dudamos que son muchos, y complejos, y que en su día aconsejaron que se descartara el Grado- podrán solventarse de una u otra manera.
El paso dado por el vicerrector del campus segoviano va en la línea de allanar el camino técnico. Para ello será imprescindible que se sume al proyecto el Hospital General de la ciudad, en donde los graduandos y graduados tendrán que realizar parte del aprendizaje y de las prácticas propias de la carrera. Pero lo que no debe faltar en primera instancia es el interés de las administraciones, y de manera muy especial de la Junta de Castilla y León, con competencias directas en la materia, en constituir la nueva disciplina dentro de los planes de estudios de la UVa en Segovia. Como tampoco debe cejar el empeño de la sociedad en pos de dichos estudios, un interés que acaso no se evidenciara con energía cuando en 1986 se dio el cerrojazo a la histórica Escuela de Enfermería después de trece años de vida.
Hasta ahora, los intentos por reimplantar dichos estudios han resultados infructuosos, como reconoce en un artículo vecino a este editorial el doctor Redondo. Esperemos que a partir de hoy se abra una nueva etapa, que coincida con, primero, la ampliación del Hospital General con una nueva infraestructura, y después con la construcción de un segundo hospital que aumente una oferta que hasta el momento se ha mostrado escasa no solo por el perfil sociosanitario de la población segoviana sino sobre todo por el número de visitantes y segundos residentes que se agolpan en momentos puntuales pero de manera constante en el territorio.
Esta buena noticia no debe ocultar los problemas que siguen acuciando a la provincia. Pero hoy, como decíamos al principio, es hora de saludar el cambio de rumbo, que siempre es señal de inteligencia. Y más en la consecución de una enseñanza en la que se une lo sanitario con lo laboral.