
Arranco estas líneas con una confesión personal. De crío no me gustaban (odiaba) las lentejas y los boquerones fritos que, por cierto, ahora me encantan. Y así con más cosas. Y recuerdo a mi madre que con medidas coercitivas, lo mismo son hasta presunto delito en este tiempo que nos ha tocado vivir, me forzaba a tomarlas o sino a quedarme allí sentado hasta que me las comiera todas o casi todas.
Del mismo modo, en mis viajes por carretera en España nunca he visto una señal de tráfico que venga decir “no vaya a más de 100, pero es solo una recomendación, haga lo que le parezca”.
Y por último, se imaginan Vds un ejército en una situación de guerra (o de alarma nacional como la que hemos vivido y no sabemos si volveremos a vivir) que el mando militar se dirigiera a la soldadesca y les dijera: “les recomiendo que vayamos al ataque” o “lo mejor que podemos hacer es atacar, pero si les parece bien”.
Un disparate, por supuesto.
Con independencia de las atribuciones que tengan los tribunales de justicia autonómicos o nacionales hay que utilizar el sentido común y si ciertas decisiones no pueden ser tomadas localmente no se pueden transferir. Es un hecho que ciertas zonas de España (que conocemos) deberían entrar en un confinamiento breve para frenar la propagación de los brotes de pandemia, pero nadie se atreve bajo la siguientes excusas: no tenemos atribuciones, esto depende del estado central, no se dan aún las condiciones, pero en definitiva tanto a nivel autonómico como nacional lo que no se quiere es perder votos. Lo demás importa menos.
Y una vez más, volvemos a lo de siempre. Entregamos poder y encargamos administración a la clase política para que lo ejerza incluyendo la aplicación de leyes y el uso proporcionado de la fuerza para conseguir el bien común, o minimizar daños. De España se está hablando, fuera de España, mal. Habíamos hecho un trabajo serio con el esfuerzo de los ciudadanos estando encerrados en casa 3 meses para reducir al máximo la propagación de la enfermedad y hacerla desaparecer en la medida de lo posible, pero lo cierto es que se está disparando en ciertas zonas posiblemente por irresponsabilidad o sencillamente o porque es imposible que no haya “roce humano” tan español, pero lo cierto es que habrá que tomar medidas y no solamente marear con las cifras de afectados.
Está claro que el plan “meticulosamente” preparado por el gobierno ha fallado. Y parece que tampoco había comité de expertos decidiendo sobre la desescalada. Y eso de hacer convivir la apertura de negocios, la entrada de turistas y que no haya rebrotes, haya sido idea de quien haya sido, no ha funcionado. Y las noticias empiezan a ser preocupantes ya que los infectados empiezan a subir cada día y en diferentes puntos de España. Y las reacciones tampoco es que sean enérgicas apelando a que la gente sea “responsable”, que usen la mascarilla y “no se junten muchos en lugar cerrado”. Al final con las medidas que toman cierta gente joven se reúne en “botellones” que deberían estar prohibidos desde hace mucho tiempo (y no empezar ahora a prohibirlos) ya que de esos botellones vuelven a sus casas los chicos donde conviven con personas de cualquier edad y estado físico.
El que escribe como a todo el mundo el uso o el abuso de la fuerza no lo tolera pero en caso de emergencia nacional, queremos un gobierno que gobierne y tome las medidas necesarias aunque no garanticen votos.
Es claro que a un gobierno le gusta más gobernar en un país que crezca el PIB al 3%, reduzca el paro, se hagan grandes inversiones públicas y si es posible que haya Juegos Olímpicos, pero ha tocado este tiempo y se le exige al gobierno y gobiernos autonómicos no mirar para otro lado. No queremos acabar todos confinados en casa otra vez. Les garantizo que los españoles no lo vamos a entender ni aceptar fácilmente.
Y ahora, de rebote les hemos hecho la campaña de publicidad gratuita a Reino Unido, Alemania y Francia: “No vaya a España, que no es seguro y gaste su dinero ahorrado todo el año aquí, en casita”.
Se puede hacer mejor. Otros países lo están haciendo.