Antonio de la Cruz Leonor – En torno a “Gigantes y Cabezudos”

A principios del mes de junio (los días 6, 7, 8 y 9), cuando ya el verano empieza a dar la cara aunque los meses de infierno queden un poco lejos, el Cuadro Lírico Julián Gayarre nos regala la puesta en escena de una zarzuela. Así, como si no tuviese importancia. Pero sí la tiene, y mucha. Salvo mínimas y rarísimas excepciones, este grupo de entusiastas aficionados asume con mucha dedicación y esfuerzo la responsabilidad de mantener vivo un género musical digno e importante en el devenir de la historia de la música española. Y este año (de momento bi-electoral) toca “Gigantes y Cabezudos”, un obrita de género chico en un acto y tres cuadros con una duración escasamente de hora y poco. No debemos confundir el género chico, una parte, con el todo, la Zarzuela que también cuenta con obras de género grande en dos o más actos. Pero volvamos al tema que nos ocupa:

En primer lugar, los autores de esta Zarzuela: Miguel Echegaray (1848 – 1927), el libretista, y Manuel Fernández Caballero (1835 – 1906), el compositor. El apellido Echegaray nos remite a José, hermano de Miguel y premio Nobel de Literatura en 1904. A tanto no llegó el autor del libreto de nuestra zarzuelita pero sí que supo, y muy bien, construir la estructura argumental de la obra. En ella, junto a un fondo folclórico aragonés (nacionalista dirían algunos) se superponen con algo más que ingenio temas muy importantes y, como se diría en otros tiempos, de rabiosa actualidad para la época en que se estrenó. El primero, la guerra con los ya entonces potentísimos Estados Unidos de América, fruto de la irresponsabilidad genocida de unos supuestos políticos que mandan a la derrota y a la muerte a lo más importante que tiene una nación: su juventud. Como consecuencia el dolor, la tristeza y el pesimismo cubre como una sombra negra de luto a toda España y a toda una generación (la del 98). Pero, y en segundo lugar, las guerras se ganen o se pierdan hay que pagarlas no solo con vidas, enfermedad y calamidades sino con dinero. Por eso se suben los impuestos y el pueblo, personificado por las verduleras de un mercado de Zaragoza, se rebela (“Anda ve y dile al alcalde”…).Y sí, son las mujeres, aunque parezca mentira hace más de 100 años, las que toman la voz cantante (“Si las mujeres mandasen”). Aunque, también lo recoge el libreto de la obrita, el problema del analfabetismo, en general, y el femenino en particular, que era algo absolutamente” corriente” y por eso, Pilar no puede leer la carta que su Jesús le envía desde las lejanas maniguas del Caribe porque como tantas otras mujeres es analfabeta. Sí, todo esto (que no es poco) y mucho más hay en Gigantes y Cabezudos.

A continuación, aporto algunos detalles más que nos permiten acercarnos a la pequeña gran historia de esta zarzuelita. El músico, el maestro Caballero, compuso la partitura casi ciego y fue ayudado por otro grande del género, José Serrano. A don Manuel se deben hasta cerca de 200 títulos de zarzuela. Solo como ejemplo mencionar “El dúo de la Africana” (“No cantes más La Africana ,vente conmigo a Aragón “de 1893) y “La viejecita” (1897 , su romanza” del espejo” ,el minueto…), ambas en colaboración con Miguel Echegaray, “Chateau Margaux” (1887,”el vals de la borrachera”), “El cabo primero “(1895 ,con su hermosa romanza de tiple), “El señor Joaquín” (en el fatídico 1898, su balada y alborada) y “Los sobrinos del capitán Grant” (genial disparate infantil de 1877).

Por cierto y volviendo a “Gigantes y Cabezudos”, en un lugar muy céntrico de Zaragoza (pero que muy céntrico, tanto que está prácticamente al lado del Puente de Piedra sobre el río Ebro famoso) las autoridades competentes dedicaron un paseo a los autores de esta zarzuela, el “ Paseo Echegaray Caballero”. Sí, es una indirecta.

También remito a las principales grabaciones que existen de esta obra centrándome en tres: la de Argenta de 1952, la del sello RTVE 1969 -1973 y Zafiro 1957 con Dolores Pérez, mi maestra, en la mejor Pilar de disco. También existen versiones en soportes videográficos, DVDs y todo el Youtube que queramos. Para ir terminando no quiero dejarme un detalle importante: hablar, aunque sea un poco, de Lucrecia Arana (1.867- 1927) la genial tiple contralto que estrenó la obra. Debía de ser una cantante de voz excepcional, dotada de espléndidos graves (no en vano era una contralto) y de gran musicalidad y presencia escénica. En Haro (La Rioja), su patria chica ,tiene una calle desde 1979 y su esposo, el gran escultor Mariano Benlliure, diseñó la medalla con su efigie que el Real Conservatorio de Música y Declamación de Madrid entrega a la cantante más destacada cada año académico. También en el Teatro Bretón de Zaragoza hay una placa que recuerda a esta cantante. Me viene en estos momentos a la memoria una gran soprano segoviana, Felisa Herrero, nacida en Rapariegos… Ignoro si a ella se le ha dedicado algún homenaje, por pequeño que sea éste.

Y nada más, que como aquella noche del martes 29 de noviembre del desdichado 1898 en el Teatro, entonces de la Zarzuela y hoy de “ o que va quedando de la Zarzuela”, nos emocionemos cuando Pilar cante su carta (“¿ Por qué Dios mío no sé leer?”) ,cuando los repatriados, medio muertos de pena, resuciten cerca del Ebro que va más lleno por las lágrimas de tantas mujeres ( madres, esposas ,hijas hermanas…), cuando al son del oboe dancen los gigantes y cabezudos y nuevamente Pilar cante su jota más emblemática (“Luchando tercos y rudos ,somos los aragoneses, gigantes y cabezudos”) pero sobre todo ( sí, es muy poco laico, ya lo sé), se abran las puertas del Pilar y salga la Pilarica en procesión y entonces las voces femeninas comiencen a entonar la Salve a la que se une el escalofriante contrapunto de los bajos y la soprano contralto súplica “¡Tráemelo Pilarica, tráeme a Jesús, tráemelo ya…”Y la magia de la música describe el milagro, pues sobre las notas de la Salve se superpone el coro de repatriados y Pilar, la verdulera maña, y su amor de toda la vida, Jesús, se encuentren por fin. Las lágrimas no llegarán al lejano río Ebro (como la noche del estreno), pero sí a las cercanas aguas del Eresma y del Clamores. Feliz tarde-noche de zarzuela en el Juan Bravo.