Andrés Sardá, uno de los grandes diseñadores del mundo de la moda, falleció el domingo en Barcelona, a los 90 años, según confirmaron ayer fuentes familiares.
Perteneciente a una familia con un fuerte arraigo en el sector textil catalán, Andrés Sarda revolucionó la ropa interior y el mundo de la mujer española con una fórmula que aunaba diseño y comodidad, y que consiguió alzar su firma como una de las más internacionales de todos los tiempos.
Desde la fundación de su empresa en 1962, Andrés Sardá, ingeniero textil de formación, tenía claro que el éxito de su empresa pasaba por considerar a la ropa interior como diseño y no algo “puramente funcional como sucedía hasta entonces”, aseguró el catalán en una entrevista con Efe.
Este visionario diseñador, que comenzó en la industria textil confeccionando mantillas, fue el primero el utilizar la licra como tejido y con ello revolucionó las posibilidades de diseño en el mundo de la lencería.
A partir de desarrollar esta idea, comenzó a mezclar la licra con la blonda y el encaje y construyó los pilares de lo que hoy es la firma Andrés Sarda, un casa de lencería a nivel internacional.
En 2005, el diseñador, pionero en hacer desfiles de lencería, recibió el premio del Salón Internacional de la Lencería de París, un galardón que dedicó a sus hijos y a la moda española, a la que ánimo a “esforzarse y salir más al extranjero”.
Tres años después, con la idea de buscar la internacionalización, el grupo Van der Velde, líder belga de la lencería, adquirió la empresa EUROCORSET. S.A. junto con la marca Andrés Sarda, con acuerdo de que la familia continuase llevando la rienda de dirección creativa.
Diseños rompedores
Tras este acuerdo, Andrés Sardá anunció su retirada, cediendo el testigo a su hija, Nuria Sarda, quien ya llevaba varios años trabajando junto a él y a día de hoy es la directora creativa de la firma.
En 2015, el diseñador fue reconocido con el Premio Nacional de Moda, que concede el Ministerio de Industria, Energía y Turismo.
Andrés Sardá, uno de los grandes investigadores y diseñadores del mundo de la moda, se las ingenió con empeño y tesón para poner alma a una lencería casi ortopédica a partir de la tradicional mantilla. El resultado: ropa interior sexy y sofisticada.
La blonda, el encaje, el chantilly o el tul siempre han estado presentes en el ADN de la firma, pero no como un mero adorno, sino como un tejido integrado en el patrón de su lencería, un trabajo de ingeniería.
Esta nueva concepción del diseño rompió con una tradición de ropa interior femenina anclada en un vetusto criterio de funcionalidad casi ortopédica que condenaba a las mujeres a ocultar su lencería, algo contra lo que Sardá se levantó en armas. Creía en el empoderamiento de la mujer.
Trabajó, investigó y también innovó convencido de que la lencería femenina debía ser favorecedora. Este ingeniero fue el primero en el mundo en utilizar la licra, Se convirtió en el “rey de la lencería”, así lo apodaba el entonces ‘enfant terrible’ de la moda, Jean Paul Gaultier.
El catalán fue pionero en contar con el buen hacer y la complicidad de fotógrafos de renombre y de modelos profesionales, consciente del poder y la importancia de la imagen para crear marca y marcar tendencias.