A la izquierda, edificio sobre el que se levantó el actual ambulatorio y la iglesia de Santo Tomás; a la derecha, entrada a la que hoy es calle de Antonio Machado. La primera mancha oscura es el Jardín Botánico; la segunda, a la izquierda, los olmos de la carretera vieja de Madrona y el Camino Nuevo; detrás de San Millán, el Paseo del Salón./ ARCHIVO MUNICIPAL

Nació como Vivero, función que ha compartido con las de Jardín Botánico, Jardín Romántico y Parque Infantil hasta la que —al presente— cumple: Espacio Didáctico.

VIVERO

Segovia había llegado a los años finales del siglo XVIII prácticamente deforestada, situación a la que puso remedio la Sociedad Económica de Amigos del País, fundada en 1780.
Como aquí se habían perdido no sólo los árboles sino incluso toda noción de arboricultura, la Económica tuvo que aplicarse a la tarea con rigor y método, y el primer paso, dado en 1782, fue convocar un concurso premiado con 300 reales “que ofreció generosamente el socio Josef Manuel Ramiro para quien probase con más acierto qué especies de árboles convendría plantar en el término de dos leguas al contorno de la Ciudad”. Lo ganó el memorialista Juan de Zamora Aguilar, que aconsejó la plantación de 22 especies de árboles, dependiendo de la clase de suelos.
El segundo paso fue conseguir un vivero en el que comprobar si las especies aconsejadas se podrían aclimatar, por lo que en 1783 “habiendo considerado que un terreno baldío hacia el NE de Santo Tomás era muy a propósito para el pensamiento, se pidió a la Ciudad, que tuvo a bien concederle para un fin tan laudable”.

Valeriana, saúco, aquilea... y hasta plantas venenosas en el primitivo Jardín Botánico

Invirtieron 27.974 reales en llevar agua, cerrarlo y explanarlo, experimentaron con plantones y semillas y pronto pudieron mostrarse orgullosos de sus logros: “Continuando la Sociedad con su pensamiento…, ha demostrado en el corto tiempo de cuatro años que la industria basta para hacer de un paraje pantanoso e inmundo un sitio delicioso y fructífero…, de suerte que esta posesión, que en el sentir de muchos nada traería de útil y provechoso, no tiene otro defecto sino el ser bastante reducida”. Para obviarlo se compró una huerta lindera y del Vivero empezaron a salir chopos de Lombardía, sauces de Babilonia y plátanos de Carolina, suficientes para cubrir las necesidades de la ciudad, donde se pusieron “unos 1.200, criados por la mayor parte en nuestro Vivero” y aún para enviar a lugares próximos como Medina del Campo, Burgo de Osma y Soria.

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JARDÍN BOTÁNICO

Estando en ese proceso, uno de los socios hizo saber “que físicos y médicos de la ciudad le habían insinuado la necesidad de cultivar hierbas medicinales” que se tenían que pedir en Madrid por no encontrarse en Segovia.
Se acordó cultivarlas, se marcó una parta del terreno para hacerlo y la producción alcanzó tal importancia, que la ciudadanía, olvidando la función de vivero que el espacio cumplía, pasó a llamarle Jardín Botánico, nombre que ha perdurado.

Valeriana, saúco, aquilea... y hasta plantas venenosas en el primitivo Jardín Botánico

Rosa mosqueta, angélica, saúco, salvia, aquilea, hoja romana, valeriana y hasta plantas venenosas y psicotrópicas, como el estramonio y el beleño pasaron a cultivarse en el antiguo lugar “pantanoso e inmundo”, desde donde en algún caso llegaron a naturalizarse, extendiéndose por el entorno.
La invasión francesa causó la desaparición de la Sociedad Económica de Amigos del País, el Jardín Botánico pasó a ser propiedad del Ayuntamiento y las Leyes desamortizadoras de los bienes municipales lo incluyeron entre los que debían venderse. Aquellas leyes exceptuaban de la obligación de venta los terrenos arbolados y, aunque el Botánico no lo era, el Ayuntamiento salvó la situación alegando la necesidad de “un vivero capaz y conveniente para la plantación de árboles en los paseos y alamedas de la capital”.

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JARDÍN ROMÁNTICO

Así se mantuvo hasta bien entrado el siglo XX, cuando, al aumentar la población y la necesidad de suelo urbanizable, el Botánico quedó en una zona muy cotizada y codiciada.
En 1941, la Congregación de Marianistas lo pidió para construir un centro docente. Se rechazó la petición y poco después, la parte no dedicada a vivero pasó a ser controlada por el Patronato de Jardines, que la transformó en un jardín de rasgos románticos y abierto al público, que podía recrearse con elementos que recuerdo bien, como un paseo flanqueado de avellanos, un pequeño cenador con círculo de cipreses, rosales y algunos árboles de especies foráneas, como un magnolio que aún perdura. En Urbanismo hay un fotoplano de la ciudad en el que pueden apreciarse los rasgos fundamentales de lo que fue: un espacio trapezoidal dividido en tres partes a distinta altura. La más baja tenía frutales y arriates de flores; la media, tres cuadros compartimentados siguiendo diseños geométricos a la francesa; y la superior, cuadros más estrechos, menores y de diversas formas. Hacia la izquierda de esta banda superior había, reliquia del pasado, dos grandes encinas que acabaron viniéndose abajo. Un espacio en el que se había puesto especial empeño fue el destinado a un cenador de cipreses, situado a la derecha de la parte baja, recogido en un hermoso lienzo del pintor Lope Tablada de Diego.

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La apertura al público no impidió que la presión constructora continuara: el año 1962 el Ayuntamiento abrió expediente para construir allí un polideportivo; en 1964 fue la Obra Sindical de Educación y Descanso la que lo solicitó para levantar un frontón cubierto; en 1965 hizo lo propio la Diputación Provincial para construir viviendas…

PARQUE INFANTIL

El crecimiento demográfico aconsejó una nueva intervención, llevada a cabo el año 1976 por el ICONA, que trocó el Jardín Romántico por un Parque Infantil, si bien respetando algunos viejos árboles —magnolio, peral— e introduciendo en el lado derecho una selección de coníferas, exóticas —secuoya, ciprés calvo— y autóctonas —pino, enebro—, que habrían de equilibrarse con otra serie igualmente diversificada de frondosas a poner en el lado izquierdo, que no se logró.

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ESPACIO DIDÁCTICO

El abandono de las huertas del Eresma permitió al Ayuntamiento comprar alguna y trasladar allí sus viveros, hecho que dejaba libre la parte alta del Botánico, al que una nueva reforma convirtió en Centro de Educación Ambiental.
La reforma duró tiempo —1988-1995—; fue compleja —hubo quienes entendieron que se metía demasiado ladrillo—; y se crearon diez ambientes a los que se llevaron 230 especies representativas de diez ecosistemas. Demasiado para este artículo que ya considero largo en exceso.