Río transforma sus favelas en un nuevo objetivo empresarial

Las primeras empresas en desembarcar han sido las relacionadas con el mundo de los operadores de televisión, telefonía e internet, y la banca ya ha seguido los pasos.

Una legión de empresas de servicios está aprovechando el rebufo de las recientes acciones de la Policía y los militares en las favelas de Río de Janeiro para buscar nuevos clientes en estas zonas que, hasta ahora, eran el feudo de los narcotraficantes.

Las operadoras de televisión por cable, de telefonía y de internet han sido las primeras en desembarcar en estas populosas barriadas para captar nuevos usuarios, que en tiempos pasados, solo utilizaban las redes clandestinas auspiciadas por las bandas de delincuentes.

La compañía de telefonía móvil TIM, filial de Telecom Italia, presentó días atrás un plan para ofrecer internet de alta velocidad en la Rocinha, una emblemática favela con cerca de 100.000 habitantes que fue ocupada por las Fuerzas de Seguridad del Estado hace tres semanas.

El presidente de la compañía en el país, Luca Luciani, manifestó que este lugar engrosará los barrios de clase media brasileña en pocos años y destacó el potencial de crecimiento del mercado de telefonía de la zona, donde el 65 por ciento de la población ya posee un terminal móvil, según sus datos. «Son personas que salen de la pobreza, que quieren comprar cosas y necesitan comprar electrodomésticos, frigoríficos, lavadoras para mejorar sus casas. Ahora tienen móviles y quieren internet», afirmó el dirigente.

Asimismo, las principales compañías de telecomunicaciones de Brasil ofrecieron en las últimas semanas paquetes a precios populares en decenas de puestos ubicados en esquinas estratégicas en las calles más bulliciosas de la favela.

La operadora Embratel, controlada por la mexicana América Móvil, por ejemplo, intentó vender su oferta de 100 canales de televisión por unos 16 dólares mensuales en las cerca de 20 favelas donde la Policía expulsó al narcotráfico, por primera vez desde el año 2008.

Mauricio Daier, un vecino de la Rocinha, explicó que tras la intervención de los agentes «lo primero que cortaron» fue la red de televisión clandestina que, al contrario de negocios como la venta de bombonas de gas, no dependía directamente de los traficantes de drogas, según él.

La regularización del suministro de electricidad todavía no ha comenzado en el barrio, por lo que las densas marañas de cables con conexiones clandestinas continúan formando parte del paisaje del barrio, al igual que en la mayoría de las favelas de Río de Janiero.

Costosa reforma

Por otra parte, la concesionaria del servicio eléctrico, Light, calcula que va a tener que invertir unos unos 25 millones de dólares para reformar la red de la Rocinha y la vecina favela de Vidigal.

Uno de los problemas del cambio, es que el fin de la clandestinidad ha supuesto la primera factura de luz para muchos vecinos de estos barrios, en su mayoría pobres y con problemas para pagar por este servicio.

Para intentar ayudar en la transición hacia la legalidad, el Ayuntamiento de Río y la compañía electríca acaban de lanzar un proyecto piloto en Santa Marta, la primera favela pacificada por la Policía, para conceder descuentos en la factura a los vecinos que reciclen basura, lo que supone otro de los principales quebraderos de cabeza para las autoridades.

El responsable del instituto municipal de Urbanismo, Ricardo Henriques, explicó que los residuos son «el ejemplo más exitoso» de la intervención pública en las favelas. «Puede parecer trivial, pero la recogida de basura es el primer paso para una ciudadanía plena. Antes no se podía recoger porque los traficantes lo impedían», afirmó el político.

Varias excavadoras de la Compañía Municipal de Limpieza se afanaron los últimos días en retirar montañas de desperdicios que todavía seguían acumuladas en las calles de este popular barrio. En las dos primeras jornadas de limpieza tras la ocupación policial, se reitraron 282 toneladas de basura.

Los bancos también han seguido los caminos de la pacificación, y en algunos casos se adelantaron a las intervenciones policiales. Como ejemplo, el Banco Santander abrió su primera sucursal en el Complexo do Alemão el año pasado, todavía cuando esta favela era considerada fortín del narcotráfico.