Piratas apresados, pero solo por unas horas

Una fragata portuguesa captura a 19 corsarios somalíes que intentaban abordar un carguero, pero se ve obligada a liberarlos porque el delito de piratería no existe en el Código Penal luso

La lucha contra la piratería en aguas del Índico se enfrenta a numerosos obstáculos de tipo logístico, dada la inmensidad del océano y lo limitado de los medios disponibles, pero también a otros de índole legal, como ha dejado claro el incidente entre un buque de guerra portugués y una embarcación de corsarios somalíes.

La fragata lusa Corte Real capturó, desarmó y detuvo brevemente a 19 piratas equipados con explosivos de alto poder, después de que éstos intentaran apresar un petrolero noruego en el Golfo de Adén, según informaron ayer funcionarios de la OTAN.

El MV Kition pidió ayuda por radio en la tarde del viernes, cuando un esquife lleno de corsarios que portaban fusiles de asalto y lanzagranadas se les acercaron, según detalló el teniente Alexandre Fernandes, de la Corte Real.

«Ellos se encontraban a unas 20 millas náuticas al sur de nuestra posición y éramos el barco más cercano, así que enviamos inmediatamente un helicóptero», relató el oficial portugués.

Los pilotos de la aeronave divisaron al esquife y comenzaron a seguir a los piratas, que huyeron hacia su nave nodriza al verse descubiertos. La fragata lusa comenzó a cazar a esta embarcación, un barco a vela de dos mástiles con 19 tripulantes fuertemente armados a bordo. Después de una persecución a alta velocidad, el esquife fue interceptado por la tarde, y ocho infantes de marina lo abordaron.

Las fuerzas especiales descubrieron cuatro barras de 200 gramos del químico explosivo de alto poder P4A, cuatro fusiles AK-47 y un lanzagranadas con nueve proyectiles, concretó Fernandes. «Era casi un kilogramo de explosivos de alto poder», afirmó. «Si es utilizado correctamente, puede abrir un agujero en el caso de un barco y hundirlo», agregó. «Es la primera vez que hemos visto explosivos de este tipo a bordo de un barco de piratas, normalmente ellos se apegan a los AK-47 y a los lanzagranadas», comentó el teniente, para añadir que no creía que los explosivos significaran un recrudecimiento de la violencia. «Ellos creyeron que los necesitaban, pero un lanzagranadas es un arma más ofensiva», sostuvo. No se registraron heridos ni hubo resistencia por parte de los piratas, que se rindieron de inmediato.

Tras la exitosa captura, se planteó un problema legal. Cada buque de guerra de la misión de la OTAN contra la piratería -Operación Protector Aliado- debe cumplir con las normas de su país al lidiar con los corsarios que captura.

En este caso, dado que el delito de piratería no está tipificado en el Código Penal de Portugal y no se encontraba amenazada la seguridad de ciudadanos o de bienes lusos, la fragata Corte Real no tuvo otra opción que dejar en libertad a sus prisioneros, sin ninguna duda a regañadientes.

Para añadir más sal a la herida, precisamente ayer corsarios somalíes secuestraron un carguero griego, el Ariana, a 250 millas (455 kilómetros) de la costa oeste de las islas Seychelles, según informó Andrew Mwangura, director del Programa de Asistencia Marítima (PAM), con sede en Mombasa.

Mwangura explicó que la tripulación está formada por 24 ucranianos, que creen que se encuentran en buen estado y que el barco «procedía de Brasil y se dirigía a Oriente Medio cuando fue atacado por los piratas».

Ésta es la primera captura en los últimos siete días, después de la ofensiva de semanas anteriores, en las que los piratas se vieron favorecidos por los vientos reinantes en la costa africana del Índico.

Uno de los últimos secuestros solucionados fue el del carguero ucraniano Faina, que transportaba 33 carros de combate T-72 y cuyo destino levantó controversia, al surgir voces que denunciaron que Kenia, presunto receptor del armamento, las vendería al sur de Sudán.