Fukushima, fuera de control

La central nuclear alcanza el nivel 6 de alerta y entra en la fase crítica tras un incendio y una nueva explosión

La central nuclear de Fukushima, la más afectada por el terremoto y posterior tsunami del pasado viernes en Japón, alcanzó ayer el nivel 6 de alerta y entró en fase crítica tras un incendio y una nueva explosión que desataron el temor a una fuga masiva de radiactividad y la declaración de un radio de exclusión aérea de 30 kilómetros.

La situación más grave está en los reactores 2 y 3 de esa planta, situada al noroeste del país, donde a primera hora tuvo lugar una detonación que, además de dañar el edificio de la unidad 2, parece haber afectado seriamente a su sistema de contención.

Medio centenar de personas componen el último equipo que permanece en la central en un intento desesperado de mantener los núcleos de los reactores a un nivel de refrigeración adecuado mediante el bombeo de agua de mar para evitar una catástrofe.

El ministro portavoz, Yukio Edano, consideró muy probable que esté dañado y advirtió de que los niveles de radiación son lo suficientemente altos como para ser perjudiciales para la salud de los ciudadanos que viven cerca.

El presidente de la autoridad nuclear francesa, André-Claude Lacoste aseguró que Fukushima ha alcanzado el nivel 6 de alerta nuclear, el segundo más grave de la Escala Internacional de Sucesos Nucleares, y que corresponde a la liberación, considerable, al exterior de materiales radiactivos.

El nivel 7, el más alto en la escala de medición de los accidentes atómicos fue el que sufrió la central de Chernobil en Ucrania, y es el único caso grave.

A este respecto, el comisario europeo de Energía, Günther Oettinger, calificó de «apocalipsis» el accidente y aseguró que en Fukushima está casi todo está fuera de control». «Se ha hablado de apocalipsis y yo creo que esta palabra está particularmente bien elegida en estos momentos», afirmó Oettinger en una comparecencia ante la comisión de Energía de la Eurocámara.

Mientras, Estados Unidos ha enviado a 34 personas y más de 3.260 toneladas de equipamiento para medir los niveles de radiación en las zonas afectadas por la explosión de los tres reactores de la central afectada.

La alarma sumió a la ciudad de Fukushima en su cuarto día de aislamiento y escasez, sin gasolina y pocas vías para escapar de la incertidumbre nuclear que acecha a 60 kilómetros, convertida tras el seísmo en una tormenta perfecta.

El temor a la llegada de una nube radiactiva es el último capítulo de una pesadilla que comenzó el pasado viernes con el devastador terremoto, que mantiene a zona costera de la provincia en una situación de emergencia creciente.

Fukushima está bloqueada en su costa y el empeoramiento de la situación en la planta atómica ha convertido a esta provincia en un escenario donde convergen tres desastres: el seísmo más fuerte de Japón en los últimos 140 años, un gigantesco tsunami y el riesgo de accidente nuclear. La capital, no obstante, está fuera del perímetro de seguridad de 30 kilómetros alrededor de la central nuclear. Aquí el uso de un taxi se ha convertido en una misión imposible para los pocos vecinos que permanecen en la calles, ya que el combustible se encuentra racionado.

Los habitantes siguen sin agua y encerrados en sus casas para evitar la exposición a la radiactividad, por lo que algunos han decidido abandonar la localidad pese a las dificultades que entraña el viaje.

Nadie se fía de las humaredas que salen de los reactores de la central, que han sumido en un fantasmagórico silencio varias localidades de la costa, hogar de unas 200.00 personas que temen la posibilidad de que su tierra se tiña de la temida radiactividad.