Cita con la democracia ‘a la iraní’

Los ciudadanos de la República Islámica acuden hoy a las urnas para elegir al próximo presidente de la nación, después de que el censor Consejo de Guardianes haya vetado a unos 470 candidatos, 42 de los cuales son féminas

Irán se ufana de ser el país más democrático de Oriente Próximo. Es una afirmación que vale la pena analizar en profundidad a medida que se acercan las elecciones en esta nación, ya que hoy la democracia del régimen de los ayatolás se enfrenta a una prueba de fuego.

El actual presidente, Mahmoud Ahmadineyad, se enfrenta a tres contrincantes: Mir Hosein Musaví, Mehdi Karrubí y Mohsen Rezaeí. Solo estos cuatro candidatos acudirán a la contienda. Los restantes 475 aspirantes que se registraron en principio, incluyendo 42 mujeres, fueron vetados por el poderoso Consejo de Guardianes y muchos otros fueron disuadidos de presentarse, porque sospechaban que iban a ser descalificados. De manera que las opciones son restringidas.

Ningún ciudadano que cuestione los principios fundamentales de la República Islámica puede presentarse a los comicios, aun cuando hay bastantes iraníes que votarían por ellos. Al mismo tiempo, ninguno de los candidatos descalificados por el Consejo de Guardianes se veían como contrincantes con posibilidades. Sin embargo, la elección del ex presidente Mohammad Jatami en 1997 y de Ahmadineyad en 2005 resultaron sorprendentes.

Así que si alguien está tratando de manipular el resultado de las elecciones entre bastidores, o no sabe cómo hacerlo, o tiene miedo de mostrar que está actuando en contra de la voluntad de la gente. Pese a esto, hay grandes sospechas de que la maquinaria del Gobierno está respaldando a Mahmoud Ahmadineyad. Y también hay especulaciones sobre si las autoridades van a motivar a la Guardia Revolucionaria, un cuerpo armado de élite, así como a los empleados del Ejecutivo, profesores, entre otros, a votar por el actual mandatario. Además, varios de los oponentes del presidente han tenido problemas para obtener autorización para realizar mítines políticos.

Reporteros Sin Fronteras coloca a Teherán muy abajo en su tabla de Estados que respetan la libertad de expresión y, hasta que se iniciaron las elecciones, la televisión iraní estaba abiertamente a favor del mandatario. Sin embargo, durante la campaña electoral, a los cuatro candidatos se les ha dado la misma cantidad de horas para sus transmisiones, debates, y vídeos de campaña.

Hay quienes piensan que, como su título sugiere, el líder supremo, el ayatolá Alí Jamenei, tiene el poder real en la República Islámica, particularmente en lo que se refiere al tema nuclear y a la política exterior. Pero como siempre en Irán, es más complicado que eso. Jamenei tiene la última palabra en muchas decisiones y, aun cuando mantiene una posición de gran autoridad, mucha gente no considera incluso que sea el clérigo de más alto rango. El ayatolá se enfrenta a presiones de parte de líderes religiosos que piensan que tienen más autoridad islámica que él.

En parte como respuesta a eso, Jamenei ha construido su base de poder entre la Guardia Revolucionaria. Ésta recibe órdenes directas de él y éste a su vez toma en cuenta los intereses de aquélla. La élite comercial -los Bazaaris- también tiene un poder considerado casi legendario, ya que se considera que ellos ayudaron a derrocar al régimen del Sha. Estos profesionales realizaron una huelga en protesta contra nuevos impuestos, y el Gobierno reaccionó de inmediato con un cambio de política.

Y por supuesto está el Parlamento, los Majlis, y su poderoso portavoz Alí Lariyani. El ex presidente Hashemí Rafsanyani continúa siendo muy influyente, porque encabeza dos instituciones importantes: la Asamblea de Expertos y el Consejo Expedicionario. El papel del líder supremo Jamenei en todo caso es mantener cierta distancia, no interferir directamente en el manejo día a día del Gabinete. Pero ¿cuánto se involucra éste en decisiones individuales, en vetar discursos, por ejemplo?, es un tema rodeado de misterio.

Pese a esto, la evidencia sugiere que sucesivos mandatarios han adoptado políticas diferentes. Aun cuando tenía muchas restricciones, el ex presidente Mohammad Jatamí contribuyó a liberalizar la vida social y cultural en Irán, y se mostró abierto a dialogar con Occidente. Y pese a que se dice que el ayatolá Jamenei tiene la última palabra en el tema atómico, no es casualidad que la posición de Teherán sobre este asunto ha sido dramáticamente endurecida bajo la Presidencia de Ahmadineyad.

El programa nuclear ha ganado tanta prominencia que es difícil pensar que cualquier candidato que salga electo tenga la autoridad para suspenderlo. Tampoco se espera que el nuevo dirigente de la nación cambie sustancialmente el sistema de gobierno o las relaciones del Estado con el exterior. Pero dentro de estas limitaciones, estos comicios pueden cambiar sustancialmente la marcha del país asiático. Y los iraníes apenas comienzan a darse cuenta de ello.

Parece que cada vez más ciudadanos, inspirados por las constantes opiniones a favor o en contra del presidente Ahmadineyad, quieren votar hoy, en una nación que hace años que se congratula de tener el sistema más democrático de la región. Una afirmación que todavía tiene que demostrar.