Ignacio Gómez de Liaño.
Ignacio Gómez de Liaño: “La palabra democracia es una especie de comodín que ha servido para designar los más variados tipos de regímenes políticos”
Salvador Dali, fotografiado en 1972 por Allan Warren.

Don Ignacio, es usted una referencia de la vida cultural española en las últimas décadas. Poeta, novelista, ensayista. Con una obra amplia y variada y promotor generoso de otros escritores y poetas, cosa no tan habitual en la vida intelectual española.

—Su nuevo libro contiene una advertencia pesimista sobre el estado del mundo El eclipse de la civilización ¿Por qué ese título?
—Quería mostrar las causas que dan al traste con los valores que sostienen la civilización. Entre esos valores se destacan la libertad de expresión y conciencia, la igualdad ante la ley, la solidaridad y fraternidad, la elevación del nivel educativo y formativo. Actualmente se ven tendencias contrarias a esos valores en ideologías tan influyentes como el islamismo, el comunismo marxista y el populismo.

—Ha escogido tres personajes que representan la civilización: Séneca, Cicerón y San Pablo ¿Por qué cada uno de ellos?
—Cicerón asimiló lo mejor de la tradición filosófica y jurídica de Atenas y Roma. A la importancia que dio a la constitución, basada en la justicia, del Estado y las leyes, y al aprendizaje de los deberes para con los demás, Séneca añadió una especie de autopsia moral o examen cotidiano de conciencia. Pablo de Tarso resaltó la importancia de la formación de comunidades en las que se respetasen los valores mencionados y de la creencia en un Dios que por amor al género humano se encarnó en un hombre que sacrificó su vida por los demás.

—Háblenos de dos conceptos que desarrolla en su libro que son la “éticocracia” y la “tiranocracia”.
—La palabra democracia es una especie de comodín que ha servido para designar los más variados tipos de regímenes políticos. Los regímenes totalitarios de los países del Este de Europa sometidos a la Unión Soviética se llamaban “democracias populares”. Por eso elegí el término “éticocracia” para nombrar aquellos regímenes que se basan en valores éticos, como los que detallo en el libro, y el de “tiranocracia” para designar a los Estados en los que predomina el despotismo de los gobernantes.

—Se dice que pudiera haber habido alguna relación entre San Pablo y Séneca ¿es eso cierto?
—Séneca era una persona muy bien informada. Sería raro que no tuviese noticia de una figura tan importante para las crecientes comunidades cristianas como era Pablo de Tarso. Además, su admirado hermano Galión conoció a Pablo cuando gobernaba Corinto, según se cuenta en los Hechos de los Apóstoles. En cuanto al intercambio de cartas entre Séneca y Pablo, al menos cinco pueden ser auténticas, pues son unas misivas breves en las que no hay atisbos de falsificación. En todo caso, las ideas morales de Séneca se asemejan a las de Pablo y hubo padres de la Iglesia que consideraron santo a Séneca.

—Y tres que representan ese eclipse: Mahoma, Marx y Hitler ¿En qué sentido son

Ignacio Gómez de Liaño: “La palabra democracia es una especie de comodín que ha servido para designar los más variados tipos de regímenes políticos”
Carlos III retratado hacia 1765 por Anton Raphael Mengs.

el ocaso de los anteriores?
—Lo son por tres razones: La primera es que los tres pretenden imponer al individuo la idea colectivista que tienen de la persona. La segunda es que los tres proclaman que se ha de perseguir, incluso eliminar, al que no se adapta a su doctrina colectivista del individuo y a la forma de Estado que pretenden imponer. Y la tercera es que, a partir de esas premisas, buscan un enemigo a fin de tener sometida a la sociedad: Mahoma, al infiel; Marx, al burgués; y Hitler, al judío. No solo no respetan la libertad de conciencia y de expresión, sino que someten el uso de la razón a sus ideologías islamista, marxista o nacionalsocialista.

—¿Cree que el islam va a crecer en Europa en los próximos años?
—Obviamente, sí, aunque solo sea por razones demográficas. En países como el Reino Unido, Francia, Alemania y Bélgica ya son muchos los millones de personas que se dicen musulmanas. Por eso es esencial que los musulmanes tomen del islam los aspectos éticamente positivos y den de lado a los contrarios, que desgraciadamente abundan en el Corán. Y téngase en cuenta que Mahoma no concebía la separación de religión y Estado.

—¿Cree que Sabino Arana fue precursor de Hitler?
—Basta con comparar los escritos de Sabino Arana y Mi lucha, de Hitler, para llegar a esa conclusión. Lo que es el “judío” para Hitler, lo es para Arana el “español”. Según ese orate, al español hay que menospreciarlo, perseguirlo, incluso eliminarlo. Lo terrible es que doctrinas tan descerebradas como las de Arana y Hitler se hayan apoderado de la forma de pensar y actuar de cientos de miles de personas a causa del uso de la propaganda y del terror que hacen los seguidores de esos dos siniestros personajes. ETA es el equivalente de las SS y las SA del nazismo.

—Vd. ha sido director de la editorial Siruela ¿Qué autores ha descubierto e impulsado?
—Lo que dirigí fue la Biblioteca de Ensayo. Yo destacaría a Elvira Roca Barea, por su Imperiofobia y leyenda negra, a Pablo d'Ors por su Biografía del silencio, a César García Álvarez, por su Gaudí. Símbolos del éxtasis, a Giorgio Colli y a otros muchos autores.

Ha sido un investigador de la ilustración en España con su conocido libro ElIgnacio Gómez de Liaño: “La palabra democracia es una especie de comodín que ha servido para designar los más variados tipos de regímenes políticos” reino de las luces, Carlos III ¿Qué balance hace de su reinado o qué aportes destaca?
—En el tiempo en que, por concesión de su padre Felipe V, reinó en el sur de Italia, Carlos III patrocinó las excavaciones de Pompeya y Herculano, que se hicieron de forma científica y rigurosa, y, cuando reinó en España, las de las ruinas mayas de Palenque, que también se hicieron de forma científica y rigurosa. O sea, fue el patrocinador de la arqueología científica clásica y extra-clásica. Sin esas excavaciones y sin la edición que patrocinó de espléndidos grabados de los hallazgos arqueológicos de Herculano y Pompeya no habría surgido el arte neoclásico, tan importante desde finales del siglo XVIII. También patrocinó importantes exploraciones geográficas en América del Norte, hasta Alaska, así como la etnología, la antropología cultural, la lingüística, la construcción naval y la promoción de las ciencias más variadas. Sin olvidar el urbanismo, como se ve en numerosas ciudades de España e Hispanoamérica. Ahí están, en Madrid, el Paseo del Prado, el Jardín Botánico, el edificio del Museo del Prado y del Reina Sofía, la terminación del Palacio Real, las fuentes de Cibeles, Neptuno y Apolo… En lo que a Hispanoamérica se refiere, Alejandro de Humboldt señaló que esos virreinatos llegaron, con Carlos III y Carlos IV, a un nivel de renta y cultura superior al de las naciones de la Europa más desarrollada. El Virreinato de la Nueva España tenía un territorio mucho mayor que el del Méjico actual, pues cuando se independizó de España, los estadounidenses le arrebataron más de un tercio de su territorio y empezó su deterioro económico y cultural. En El Reino de las Luces, del que ya hay una edición en alemán, impulsé los estudios contra la leyenda negra, de la que tratarían libros que se publicaron posteriormente.

—¿Qué grabados se publicaron sobre Pompeya y Herculano?
—Cientos de maravillosos grabados que se hicieron en la escuela-taller que Carlos III fundó cerca de Nápoles. Con ellos obsequió el rey a muchas instituciones culturales, sobre todo españolas e hispanoamericanas. Y gracias a esos grabados se pudieron conocer las pinturas, esculturas, utensilios, mosaicos, edificios, etc. del mundo romano. A Humboldt le impresionó ver, en la Academia de San Carlos de Méjico, reproducciones a escala de importantes esculturas clásicas, cosa que no había en los países de Europa, salvo en España.

—Siendo Carlos III el promotor de la arqueología ¿No es destacable que los museos españoles sean de los que menos piezas extranjeras tengan?
—Siempre he lamentado que siendo tanto el dinero que España se gastó en la formación del reino de las Dos Sicilias, o sea, del sur de Italia, y en las excavaciones arqueológicas, Carlos III no quisiera traerse a España ni siquiera un simple camafeo que él mismo había encontrado. La verdad es que los museos europeos que cuentan con más piezas arqueológicas, como es el caso de los británicos, las tienen en gran medida debido al expolio que hicieron en los países que tuvieron bajo su control. Eso es algo que España nunca hizo.

—Conoció a Salvador Dalí y escribió sobre él El camino de Dalí. ¿Qué recuerda de su amistad y relación?
—Cuando conocí a Dalí en julio de 1978 yo llevaba un diario personal en el que apuntaba las cosas de cada día. Obviamente apunté nuestros encuentros y conversaciones sobre arte, literatura, filosofía… Eso es lo que aparece en El camino de Dalí. Estudios míos más académicos están en mi libro Dalí descifrado. Allí demuestro la influencia que tuvo en su arte Ramón y Cajal. Una cosa que me sorprendió es que en su vida doméstica Dalí era un hombre muy sencillo, no tenía nada del hombre-espectáculo con que se exhibía en los medios. Y me sorprendió la altura literaria e intelectual de sus libros: El mito trágico de El Ángelus de Millet, La vida secreta de Salvador Dalí, el Diario de un genio… Le vi pintar cuadros que hizo en sus últimos años, con él visité varias veces su Teatro-Museo de Figueras, incluso decía estar bajo mi influencia (realmente, yo estaba bajo la suya) y me citó en su discurso de ingreso en el Instituto de Francia, acto al que yo asistí.

Ignacio Gómez de Liaño: “La palabra democracia es una especie de comodín que ha servido para designar los más variados tipos de regímenes políticos”—¿Qué cree que aporta Dalí a la rica historia del arte español del siglo XX?
—Originalidad, variedad, pensamiento, profundidad, inspiración, autenticidad, rigor, y una técnica extraordinaria.

—Usted suscitó el interés de Dalí por su libro sobre la mistificación de los plomos del Sacromonte ¿Qué nos puede decir de ese episodio?
—Fui a ver a Dalí en Cadaqués porque me invitó a hacer ese viaje mi amigo Fernando González de Canales, que me dijo le llevase mi libro Los juegos del Sacromonte. Nos recibió un domingo y, al ver que llevaba un libro, me preguntó por el autor y su contenido. Cuando le contesté, se olvidó de la gente que nos acompañaba en el patio, me sentó a su lado y me dijo que quería presentarme a Gala, que esa tarde no estaba en Cadaqués. Así empezó nuestra amistad. Para mí fue el descubrimiento de un mundo. Y por mediación mía la periodista cultural Paloma Chamorro le hizo una larga en televisión, que tuvo una considerable resonancia.

—También se ha interesado por la historia del cristianismo primitivo, por el gnosticismo, por la heterodoxia ¿Nos puede resumir algo de estas investigaciones y de los libros que publicó?
—En El diagrama del Primer Evangelio describo la estructura espacial del Evangelio de Mateo. Mi principal investigación fue la reconstrucción de los diagramas que empleaban los gnósticos y cristiano-gnósticos del siglo II para exponer su doctrina. Y demuestro cómo esos diagramas están en la base de los mandalas realizados por los budistas a partir del siglo VII, y cómo la filosofía del budismo mahayánico, que es el predominante, se basa en la de la Academia de Platón, según se enseñaba en los siglos III-I a. C. Fue una investigación que me absorbió durante años y ocupa más de mil quinientas páginas de mis libros El círculo de la Sabiduría y Filósofos griegos, videntes judíos. Debo añadir que me sirvieron de inspiración los viajes que hice por China, Japón, India, Nepal y el sudeste asiático en los años 1984-1985 y 1989-1990.

Ignacio Gómez de Liaño: “La palabra democracia es una especie de comodín que ha servido para designar los más variados tipos de regímenes políticos”—Háblenos de su época científica y de cómo inventó la pixelización ¿Cómo llega un filósofo a un Centro de Cálculo?
—Empecé a trabajar en el Centro de Cálculo en el otoño de 1968 y coordiné el Seminario de Generación Automática de Formas Plásticas. Yo era entonces profesor de Estética en la Escuela de Arquitectura de Madrid. En el CCUM hice, sobre todo, dos investigaciones. En una, con la colaboración del informático Guillermo Searle Hernández, inserté las figuras de los Apóstoles de El Greco en cuadrículas cartesianas a las que sometí a una neutralización de la información contenida en las cuadrículas, de forma que los Apóstoles acababan pareciéndose a pinturas geométricas. Esos trabajos se expusieron en los Encuentros de Pamplona de 1972 y se publicaron en un Boletín del Centro de Cálculo de comienzos de 1973. Y en ellos está el origen de la pixelización. Mi otra investigación fue la gramática que hice a fin de diseñar todos los patios de estilo plateresco o renacentista español.

—¿Qué temas cree que son vitales para España desde el punto de vista histórico y cultural hoy en día?
—Conocer la historia de España, su singular cultura, su literatura, arte, filosofía, ciencia.

—¿Qué recomendaciones o sugerencias daría a los filósofos noveles o a los escritores de poesía, novela y ensayo?
—Que no caigan en la tonta pedantería de hacer uso de un estilo alambicado y pretencioso, que estudien a fondo cosas y personas, que no hagan caso de los autores mediáticos. Desgraciadamente, en España no son muchos los que conocen a autores tan relevantes como Víctor Canicio, o Eduardo Calvo, o Clinamen, la gran novela póstuma de Antonio López Luna (Alaskoish), o autores de la categoría de César García Álvarez e Ilia Galán. Entre los más jóvenes destacaría a Guillermo Mas Arellano.