
El nuevo emplazamiento del pueblo desde Ferreros, se produjo a finales del siglo XV. El éxodo fue lento, es un fenómeno que se debe de enmarcar en la política de los Reyes Católicos, que promueven Concejos libres y fuertes en detrimento de la nobleza terrateniente y levantisca.
Los primeros desplazados fueron aquellos que no tenían nada que perder, dado que la fórmula sería la misma que en Villacastín, en donde se concedía un solar para levantar casa y corral y una tierra de labrantío como medio de subsistencia. Las condiciones climáticas, la naturaleza (era zona de caza mayor), y las chozas que servían como vivienda, hicieron sentir a esos primeros vecinos la necesidad de un refugio: la Capilla de la Concepción. Es el edificio más antiguo y como el resto de la Iglesia se construye sin patronazgos, únicamente con las aportaciones económicas de los vecinos; la precariedad de medios produjo largos periodos con las obras de la iglesia paralizadas, por lo que se dilata en el tiempo. El vecindario contrató a los arquitectos de más fama en cada momento, convirtiendo a su iglesia en el emblema del éxito de su nuevo emplazamiento.
A Juan Guas se deben atribuir las primeras obras, la Capilla de la Concepción, que sirvió inicialmente como refugio y posteriormente como sacristía, y la cabecera de la iglesia hasta la línea de imposta.
La Capilla de la Concepción es un edificio de planta cuadrada cubierta con una bóveda de crucería de nervios de sección rectilínea, clave de roseta y soportada por ménsulas en forma de venera, similar a las que hace Juan Guas en San Juan de los Reyes de Toledo. No se hicieron vanos dado su carácter defensivo sólo la puerta situada en el muro sur.
La cabecera de la Iglesia es tripartita como las habituales construidas por el mencionado arquitecto a finales del siglo XV.

En 1484, Juan Guas solicitó del Cabildo de la Catedral de Segovia Carta de Libertad para retirarse sus últimos años a diseñar su Capilla mortuoria que había adquirido en la Iglesia se los Santos Justo y Pastor de Toledo por lo que pudo conocer las necesidades de este vecindario y diseñar la Capilla de la Concepción y la Cabecera de la Iglesia, en donde deja su firma decorativa a lo largo de la línea de imposta: una sucesión de esferas, un contario clásico redefinido por su personalidad en pleno Renacimiento. Estas obras deberán fecharse entre 1484, en que Juan Guas recibe libertad del Cabildo y 1496 en que fallece dejando la cabecera inconclusa.
Las obras de paralizan, en parte por la muerte de Juan Guas, además porque la Capilla de la Concepción, su refugio, satisfacía sus necesidades inmediatas y sobre todo porque no había recursos para su continuación.
En 1529, el arquitecto Rodrigo Gil de Hontañón se ve obligado a dejar su obra principal, la Catedral de Segovia e inicia los trabajos de ésta y otras iglesias. Juan del Camino será el Maestro cantero de la Iglesia de los Santos Justo y Pastor de Otero e Herreros.

La Iglesia de los Santos Justo y Pastor de Otero de Herreros nunca tuvo un mecenas, un promotor, un cabildo o familia poderosa que aportara medios, pero ese hecho permitió a los arquitectos expresar su capacidad y arte con absoluta libertad. Era lo que necesitaba Rodrigo Gil de Hontañón, para restaurar el honor perdido, al ser expulsado de la Catedral y mostrar sus grandes dotes como arquitecto.
Rodrigo Gil de Hontañón planifica la Iglesia con una sola nave de tres tramos, cubiertos con bóvedas de especial originalidad. La ausencia de promotores permite a Rodrigo Gil de Hontañón ensayar soluciones arquitectónicas propias, como la alternancia de columnas, ménsulas y pilares compuestos para los soportes, generando un ritmo que evita la monotonía. Crea un eje longitudinal desde la puerta oeste, puerta de la salvación, hasta la cabecera, y un eje trasversal entre las dos puertas, de la vida al norte y de la muerte al sur. En la actualidad ninguna de las puertas cumple su cometido litúrgico. La puerta norte es la de acceso y salida del templo, la sur daba al cementerio y está ocupada por el altar de la Inmaculada y la puerta de los pies sólo se abre en solemnidades especiales.
Los aspectos más originales de Rodrigo Gil de Hontañón son las bóvedas. La de la cabecera le vino impuesta por la arquitectura ya existente, pero las tres que cubren la nave por él trazada son los ejemplos emblemáticos de su genialidad.

Rodrigo Gil de Hontañón construye la bóveda del crucero en torno al 1530, con plementos planos formados por nervios conopiales sin claves en las intersecciones con los arcos formeros y fajones, configurando los plementos característicos del autor. La bóveda se remata en su interior con claves nieladas de ornamentación vegetal. Estas estructuras volverá a emplearlas en otras obras como en el Espinar, Villacastín, San Miguel etc.
En el tramo central cambia la bóveda por una fórmula nueva de plementería curva. Los nervios que forman los segmentos circulares se adosan con argamasa directamente al muro perdiendo importancia las claves de apoyo, a la vez que destaca las claves internas de búcaros con azucenas, símbolos de la Inmaculada y en la central el anagrama de Cristo.
En la clave final Rodrigo Gil de Hontañón pudo hacerse retratar orlado con una laurea, mostrando su triunfo.
Son bóvedas muy ligeras, como flotantes, que cuando fueron presentadas a los responsables de la Catedral provocaron el rechazo del arquitecto porque Rodrigo Gil de Hontañón pretendió elevar y ensanchar las naves modificando el diseño preliminar, lo que añadía un riesgo de estabilidad,(aún no se había olvidado el colapso del Cimborrio de la Catedral de Sevilla sucedido en 1511) y se negó además, a otras exigencias.
La cabecera, los dos tramos del cuerpo de la Iglesia de Otero, el primer piso de la torre, la capilla bautismal y la bóveda baja de la tribuna lo lleva a cabo el maestro cantero, Juan del Camino que abandona la obra en 1544, según consta en el archivo parroquial, en un documento de 1577 en el cual, Juan del Camino reclama, ante la autoridad enviada por el Obispo, todo el montante que le debe la Iglesia según una carta de pago que presenta. Se revisan las cuentas y se llama al “Veedor de las obras”, Rodrigo Gil de Hontañón quien se ve obligado a certificar todo lo construido por el Maestro de cantería Juan del Camino bajo sus órdenes. Es un documento clave, porque la iglesia tiene un magnifico archivo pero falta el primer libro y en este momento se especifica todo lo diseñado por Rodrigo Gil de Hontañón y lo que construye el mejor de sus maestros canteros Juan del Camino.

La capilla bautismal muy pequeña con bóveda de medio cañón, es construida a la vez que el primer tramo de la torre y las escaleras de acceso a la misma, aunque la instalación de la pila bautismal que es el elemento que determina la condición de parroquia no es trasladada desde Ferreros hasta 1613, dando continuidad a la comunidad de parroquianos, y cerrándose definitivamente la iglesia de San Pedro del antiguo pueblo. Consta que fue el cura párroco el último en abandonar el lugar.
La bóveda baja de la tribuna tiende a la planitud. Un arco de gran amplitud marca la trayectoria de los que conforman con fuertes y grandes nervaduras una crucería casi plana y en los soportes resuelve con habilidad la alternancia de columna, pilar, columnas, presente en toda la obra.
Desde la marcha de Juan del Camino en la citada fecha de 1544, se paraliza la construcción. Habrán de pasar 44 años para que se retomen las obras por los maestros canteros, Bartolomé de la Pedraja y Julio Gutiérrez quienes se hacen cargo de las “obras mayores”. Son vecinos de Otero y crean un taller de cantería de tan amplia repercusión que hasta mediados del siglo XX hubo canteros en Otero de Herreros.
A ellos se deben el brazo norte del crucero con bóveda de casetones (moda impuesta desde El Escorial), la bóveda superior de la tribuna y el cerramiento del tramo alto de los pies de la iglesia.
La bóveda de casetones es una estructura plenamente renacentista, no estaba previsto crucero alguno en las trazas de Rodrigo Gil de Hontañón, es su discípulo Bartolomé de la Pedraja, que ya había trabajado a sus órdenes en la Catedral de Segovia, quien aborda la construcción de este tramo. Es un buen conocedor de la arquitectura herreriana y levanta la bóveda siguiendo el estilo que se impone desde El Escorial. Era una obra necesaria para dar un nuevo acceso a la Capilla de la Concepción y lugar donde se guardaba el Santísimo, porque estaba previsto encargar un retablo monumental que obligaba a cerrar la puerta que comunicaba la Capilla del Santísimo con la cabecera de la Iglesia.
En la bóveda superior de la tribuna repetirá el modelo de la bóveda del presbiterio, fiel a las trazas de Rodrigo Gil de Hontañón aunque sobre planta rectangular y haciendo descansar los nervios en ménsulas decoradas con cabecitas de querubines.
La obra vuelve a pararse de nuevo por falta de liquidez en 1598, año en que muere Bartolomé de la Pedraja.
En el año 1602, dos canteros formados en el taller local, Antón Gil y Julio Barroso, terminan la torre, colocándose la primera campana, traída desde la ermita de la Virgen de la Adrada y las otras, compradas a Sebastián de la Torre maestro campanero de Ávila. Las campanas eran el modo cotidiano de trasmitir los mensajes esenciales para la vida de la comunidad.
La climatología y la necesidad de un lugar para reuniones del concejo después de misa mayor, hace que se tenga la necesidad de un pórtico que proteja la entrada norte. Es un pórtico de columnas graníticas, muy sencillo con banco interno para asiento de concejiles y justicia. Se encargarán de su construcción Abel de la Pedraja, hijo de Bartolomé y Julio Gutiérrez “el Mozo”, a quienes se les pide también, rematar la tribuna y elevar unas gradas en el presbiterio para poder disponer el espacio que albergará un retablo monumental. El Retablo tendrá que esperar porque lo ahorrado para su contratación hubo que emplearlo para dar el finiquito a “los herederos de Juan del Camino en 1613”, cuarenta y cuatro años después de fallecido el maestro.
1615, otro gran maestro de Segovia, Pedro de Brizuela se hace cargo de las obras del brazo sur del transepto (con las trazas de Bartolomé de Pedraja) y la sacristía nueva. La sacristía es un edificio rectangular adosado al lado sur, entre el mencionado brazo y la capilla bautismal, lo que obligó a tapiar la puerta de acceso al cementerio. La distorsión litúrgica es notoria, dado que los difuntos entran y salen de la iglesia por la puerta de la vida. La sacristía, rectangular, se cubre con bóveda de lunetos. Una ventana cuadrada y abocinada, como la puerta de acceso, da luz al espacio. La entrada se realiza desde el brazo del crucero y la puerta, de este lado, muestra la decoración de la antigua puerta de la capilla de la Concepción diseñada por Juan Guas tapiada para ubicar el retablo, y reaprovechada para abaratar costes.

A él se debe también la decoración de la portada oeste y la escalinata exterior que cumple la función de reforzamiento de los cimientos. Pedro de Brizuela estuvo en tres ocasiones, en la primera 1615 para ver lo que se debía hacer y negociar el contrato. Se le exigió hacer constar el presupuesto para “evitar tan largas deudas”, por lo que hubo que difundir la obra aunque finalmente la realizaron los talleres locales; la segunda vez fue una visita técnica y en 1619 para cobrar el finiquito y una cerradura, para la puerta oeste, que trajo desde el Santuario de La Fuencisla, porque los cofrades del Santuario la rechazaron. 1619 puede considerarse la fecha de finalización de la arquitectura del templo.
El cementerio, situado en la panda sur de la Iglesia, es por su ubicación una anomalía.
Los cementerios solían situarse en la zona norte, lo sombrío tiene que ver con la muerte, la luz con la vida. Esta situación atípica se debió a la posición de la iglesia, sobre un promontorio granítico, con un cortado al lado sur que se colmató con materiales de relleno, de modo que resultaba más fácil excavar en esa zona, que horadar el roquedo del lado norte aunque se distorsionara el sentido litúrgico. Ocupaba toda la plaza y fue necesario cerrarlo porque “llegan muchos bueyes y otros animales y ensucian mucho todo aquello de tal manera que está de ordinario muy indecente”. En la actualidad un jardín, cercado con sillares del antiguo vallado, es memoria del antiguo camposanto.
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(*) Licenciada en Hª del Arte.