Fotograma de El hombre invisible (1933).

Es una nave gigantesca, infinita, que cruza la pantalla. Persigue a una nave pequeña, microscópica al lado de la monstruosa. La nave gigante asalta a la pequeña. Hay disparos y caen soldados defensores de la nave pequeña. El niño mira la película alucinado. Una figura que viste de negro, con un casco, aparece a la puerta. Sus soldados le abren el camino. El niño sabe que ese ser, esa persona, no es corriente. Sabe que está ante alguien distinto a lo que él conoce.

El poder absoluto de los villanos del cine
HAL en 2001.

“Casco negro” parece un samurai tapado; interroga a una joven, que alega estar en una misión diplomática.

La película es pura magia. Todo pasa rápidamente. El niño no entiende la trama, -no la entiendo, porque soy yo el niño-, pero aquello es atrapante. La acción no se detiene y de repente un hombre enciende lo que parece ser un sable de luz, o una espada láser. No sé lo que es aquello. El hombre de negro enciende su sable rojo y su rival un sable azul.

Sí, sí, aquel hombre de negro es “el malo”. Es la palabra popular para el villano. “El malo”. Lo sabes en un diálogo. Darth Vader (luego sabré que se llama así), se dirige a Obi Wan Kenobi (nombre fascinante) y le dice que él es ahora el maestro. Kenobi le responde: “Sólo maestro en maldad”.

Maestro en maldad. El malo. El villano.

Es mi primer contacto con él. Prácticamente al mismo tiempo, en una pantalla gigante, un juicio se celebra contra “los malos”. Los reconozco esta vez incluso más rápidamente. Un hombre misterioso (sabré después que es un actor llamado Marlon Brando) está enjuiciando a tres villanos, cuyo jefe es Terence Stamp. Es el principio de la película. Los villanos son enviados a una prisión voladora. ¡Al principio de la película! Aún no sé que no hay un solo villano. Son múltiples. ¡Cuidado, Superman!

Estaba abierta de nuevo la puerta del Cine Imaginación y he subido a sentarme a la bancada de la primera planta. He encendido algunas luces para poder leer y escribir sobre villanos.

El poder absoluto de los villanos del cine
Darth Vader y Leia.

De niño temblaba al ver al villano. No era muy valiente. Siguen sin gustarme. Debe ser que no sé muy bien como enfrentarme a ellos. El peor es el villano omnipotente de la realidad. Pero no estamos ahora en eso. Me desvío. El asunto, los villanos de ficción: como si no tuviéramos bastante con los de la realidad tenemos que lidiar también con estos. El lector me dirá que esos villanos no son reales, pero para mí lo eran. Y no eran en pasado. En presente: son.

Aún no sabía que todos somos villanos. A largo plazo o en una simple mirada, en un egoísmo. Somos grotescos, muchas veces. Cada día tenemos el momento o los momentos grotescos. Pero podemos evitarlo. A cada instante hemos de empeñarnos en ello. La pelea no tiene fin.

Hay tantos villanos como espectadores. Hay tantos héroes como espectadores. Los tenemos dentro de nosotros. Los tenemos en “Superman” o en “La guerra de las galaxias”. La mirada del niño. Los tenemos en “Indiana Jones y el templo maldito”, con el demoníaco ser Mola Ram, que quiere arrancarle el corazón a nuestro Indy, que quiere esclavizar a los niños.

Sí, lo de cada día en la realidad, con bombardeos, con atentados, con fusilamientos, con hambre… … El horror. A veces la vida parece Mordor, el territorio arrasado que gobierna Sauron en “El señor de los anillos”. No, no parece Mordor. Mordor es una invención, una fantasía de Tolkien. La realidad es mucho peor. En la realidad hay múltiples Saurones. Se reproducen.

El poder absoluto de los villanos del cine
Julianne Moore en Still Alice.

¿Aprendemos alguna lección de Tolkien o el cine no nos enseña nada? Aunque quisiera pensar lo primero me temo que es más cierto lo segundo. No queremos lecciones de nadie. Queremos el anillo de poder en el bolsillo, como Bilbo Bolsón. Somos pequeños villanitos.

Estamos rodeados como Custer. Por todas partes. A cada paso. A veces el villano somos nosotros mismos. El villano interior, mis limitaciones para escribir, mi pereza, mi desilusión.
Quisiera pensar que a mí el cine sí me ha enseñado algo. Más cine. Más Cine Imaginación.

¡El hombre invisible puede ser el villano! Espera. ¿Es héroe o villano? Recuerdo la película de 1932, con Claude Rains. Recuerdo también la criatura de Frankenstein, el Boris Karloff que también era “La momia”, amor maldito a través de los siglos.

El reto está en las películas. Saber quien es el villano. Muchas veces no es obvio.

Reconocemos a Zod y Lex Luthor frente a Superman. Reconocemos rápidamente al Sr. Potter en “Qué bello es vivir”. Potter es un anciano. ¿Puede un anciano ser malvado, a las puertas de la muerte? Es magnífica esa película de Frank Capra, que recomiendo a los lectores. Nuestro héroe, James Stewart, será empujado hacia el precipicio. El precipicio de la realidad.

El señorito Iván de “Los santos inocentes”, quizá la mejor película de nuestro cine. Nos encogemos en la butaca al verlo. ¿Existe alguien así? Es imposible, pensamos. No puede ser real. No dejo de pensarlo. Todo lo que aparece en esa película no es real, es una ficción interpretada por algunos de nuestros mejores actores. Espera, espera. Verás que incluso puede ser peor la distancia entre los que están arriba y están abajo. Cada día.

Ya no soy tan niño. De adolescente o joven veo “Bonnie & Clyde” en Cine Club, en el segundo canal de Televisión Española. ¿Quiénes son Bonnie & Clyde? No estoy habituado a esto. No sé si son villanos o héroes.

El poder absoluto de los villanos del cine
Tierras de penumbra.

Esto es un lío monumental. Magnífica película “Amadeus”, con ese tal Salieri, el villano, que casi inspira piedad. Me doy cuenta de que hemos de analizar a fondo al villano, bucear en sus razones, en lo que le ha sucedido. A veces la película no nos lo cuenta. El cine también se hace viéndolo, me dijo Carlos Gracia. No he perdido de vista lo que me dijo.

El cine es aprendizaje. Tenemos que ver muchas películas, volver a verlas. Las olvidamos. Esa es mi obsesión. A veces una película nos exige múltiples visionados. Y seguiremos sin saber si el héroe es villano o el villano es héroe.

Hannibal Lecter encerrado en “El silencio de los corderos”. Pero eso no reduce la inquietud. Así se verá en la terrible “Hannibal” de Ridley Scott.
Gary Oldman desquiciado en “Leon. El profesional”. Kathy Bates en “Misery”.

Salen como cerezas en un cesto. Tenemos que enfrentarnos a todos ellos. O sea, coraje.

Qué sea con el buen humor de “Robin Hood” (Errol Flynn) ante Juan sin Tierra y el sheriff de Nottingham. Y por dejar espacio a la risa, porque si no esto es insoportable, Austin Powers ante el impresentable “Doctor Maligno”.

Es que de James Bond se puede aprender mucho, también con sentido del humor, ante villanos que quieren someter el mundo con sus fechorías, egocéntricos, maníacos. Yo anduve de adolescente entretenido, y sigo hoy, aunque sea siempre la misma matraca, con Bond. Pero con el paso de los años esa alegría, ese humor se fue perdiendo y vi esos villanos desde otra perspectiva. Vi de otro modo a Goldfinger o a Blofeld, este último en “Al servicio secreto de su Majestad”. Con esa película acabé aplastado por el maldito villano.

¡Y qué actores! Hablábamos de Hannibal Lecter, encarnado por el gran Anthony Hopkins, el camaleónico actor que era la víctima de un terrible villano en “El padre”. Ambos trabajos merecedores del Oscar, que en ambas ocasiones obtuvo.

Hopkins. En una de mis películas favoritas, es un profesor con una vida rutinaria, que vive con su hermano. Casualmente conoce a una mujer, inesperadamente. Y toda su vida cambiará. Aparecerá la felicidad, pero a veces esa felicidad conlleva un villano oculto. La película es “Tierras de penumbra”. Una maravilla, delicada, honda.

Es apasionante encontrar a un actor de la categoría de Hopkins. Puede ser el mayor héroe o el mayor villano. Y nos hace pensar en ambos, en lo que significan.

A veces dudaremos con razón de lo que vemos. Michael Douglas es un tiburón en “Wall Street”. “La codicia es buena” dice. Y en “El lobo de Wall Street” se quiere presentar, parodiar a un villano que robará cuando pueda. Pero a veces Scorsese también se equivoca (el objetivo de la película cambia, sale el tiro por la culata) porque la reacción de una buena parte del público no es fijarse en una parodia, sino convertir al villano en héroe. Sí, sí, si pudieran también robarían cuanto pudiesen, ¿por qué no?

Son bicharracos incluso más temibles que el “Alien” de Ridley Scott, “Los pájaros” de Hitchcock o el “Tiburón” de Steven Spielberg.

“Los pájaros” de Hitchcock es una película que me entusiasma. Esos pájaros son el misterio, el villano misterioso que no podemos descifrar.

Indescifrable “El tercer hombre”, con las fechorías de Orson Welles, amoral.

Y en otra favorita, “Breve encuentro”, el villano invisible, que se presenta ante nosotros y no se presenta. Ese villano de la realidad, omnipotente, acecha a la pareja protagonista, que persigue una felicidad que el villano intenta bombardear a cada momento.

Adrien Brody es un músico en “El pianista” que recibe ese bombazo ya en el inicio mismo de la historia. El músico y todo un país serán atacados por ese villano nazi, sin piedad, aterrador, destruyendo todo lo que encuentra a su paso.

Escribo todo esto y me desanimo en la lucha con esos villanos. Hemos de agarrarnos con fuerza a nuestros héroes, que a veces están cansados, como en “El dorado” de Howard Hawks. Allí los veteranos John Wayne y Robert Mitchum se enfrentan a un cacique y su rapidísimo pistolero. Y lo hacen con valentía, osados. Ojalá pueda tomar ejemplo, cada día, podamos tomar ejemplo, lectores.

Se me va acabando el tiempo en este Cine Imaginación de hoy. Tengo que volver a la realidad. Pero antes me fijo en el largo listado de villanos que he ido recordando, como “El bueno, el feo y el malo”, el divertido disparate de Leone. El “Joker” de Joaquin Phoenix es un enfermo que desea cura y la sociedad le niega su medicación; ese joven se verá aplastado por su propio enfermo maníaco, que le llevará a convertirse en villano loco, fuera de sí. HAL es un ordenador temible en “2001”, la legendaria película de Stanley Kubrick.

Y la maravillosa actriz Julianne Moore se lleva un merecido Oscar por su trabajo en “Still Alice” (“Siempre Alice”). Allí Moore es una lingüista que tiene una vida plena. Ama su trabajo y tiene una familia que la apoya. Un pequeño ser se le aparece en una consulta con su médico. Ese pequeño ser diabólico, microscópico, es un villano imparable, invencible. He visto varias veces esta película por admirar el magnifíco trabajo de Julianne Moore, nuestra heroína, ante el destructivo bicho. Busquen esta película.

Valmont es un villano pringado en “Las amistades peligrosas”. Se verá manejado por el verdadero rostro en la sombra. ¡Pobre hombre! ¡Pobre Valmont! En lo que se ha convertido. En lo que se ha convertido Milady en “Los tres mosqueteros”. Sólo Athos lo sabe. La villana es quizá la más terrible. Cuida, D´Artagnan, ella es capaz de todo para lograr sus propósitos. Auténtica mujer fatal.

Pobre “King Kong” al que todos llaman el gran villano. Nosotros sabemos que es un falso villano y lo convertiremos en nuestro héroe. Pobre Kirk Douglas en “El último tren a Gun Hill” ¿Y si tu amigo es el villano? ¿Qué hacer, como seguir, como convivir con algo así?

Nicole Kidman es el villano y la víctima en “Las horas”. El villano es su enfermedad. Ya desde el principio veremos cual es su solución. La lucidez de Virginia Woolf.
Vito Corleone. Michael Corleone. “El padrino” ¿Héroes o villanos?. Pazuzu, el demonio que acosa a Reagan en “El exorcista”. Te necesitamos, padre Karras.

Os necesitamos, héroes. ¡Ayuda!

Me distraigo en el largo, infinito listado. Cierro el cuaderno y echo un vistazo a mi Cine Imaginación. Se está a gusto aquí. Pero sé que no puedo estar demasiado rato en él, y como no he visto a nadie, bajo las escaleras rápidamente y salgo a la calle. Desde ese mismo momento, aparece mi villano particular. ¡A pelear!