Lección de esgrima en la Academia de Artillería. Arch. Academia de Artillería.

Con la instauración de la dictadura, el año 1923, el deporte segoviano alcanzó uno de sus puntos de inflexión. El directorio apoyó la implantación del deporte decididamente, introdujo la educación física en las escuelas y con la base de la Ley de Reclutamiento, que establecía la exención de días de servicio militar a quienes for­maran parte de agrupaciones que fomentaran los deportes, estimuló la fundación de asociaciones y clubs que, una vez creados, dieron continuidad a las actividades deportivas que dejaron de ser un hecho esporádico y aislado, ligado casi con exclu­sividad a celebraciones festivas.

El día en que llegaron los deportes modernos a Segovia (IV)
Arenzana y Galbis antes de un combate de boxeo, en 1928.

Una vez más, la iniciativa partió de las auto­ridades militares que, en 1923, apoyaron la crea­ción de la Sociedad Deportiva de la Academia de Artillería, heredera de la Sociedad de Sports, que para entonces había desaparecido. Sus primeros rectores fueron los señores Jiménez Alfaro, Oliveda, Campuzano y Sotés y, en un principio, contó con secciones de fútbol, tenis, esgrima, hoc­key, tiro, patinaje, atletismo, alpinismo y pelota vasca.

Una diferencia importante con respecto a la anterior, es que estaba abierta a todos los segovianos que podían pertenecer a ella adquiriendo una tarjeta de socio, por la que se pagaba una peseta al mes y que permitía asistir a los partidos de fútbol y demás competiciones deportivas que se celebra­sen en el campo de Baterías. Este fue ampliado y reinaugurado el 13 de abril de 1924, con una solemne ceremonia en la que intervino el señor obispo y con un partido de fútbol que enfrentó a los equipos de la Academia de Artillería y de la Residencia de Estudiantes, de Madrid. Tras la ampliación, el campo de Baterías quedó converti­do en una pequeña ciudad deportiva, en la que, además de fútbol, se podían practicar hockey, atletismo, hípica y tenis.

Con independencia de ella, en enero de 1924, algunos artilleros aficionados al esquí fundaron un Club de Hielo, en el que se inscribieron esquiado­res como Magaz Larrauri, Prieto, Moreno y Bullón, que subían a la sierra para tomar parte en las competiciones que organizaban el Club Alpino Español y la Sociedad Peñalara.

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Swmming-pool en el Salto del Olvido, inaugurado en Valsaín el año 1927.

Los directivos de la Sociedad Deportiva de la Academia de Artillería, inquietos y dinámicos, promovieron actividades deportivas de muy dis­tinto signo, con una señalada por año. La primera de estas fue la “Olimpiada” -llamada así por coin­cidir en el tiempo con los Juegos Olímpicos de París-, que se organizó en mayo de 1924 y en la que participaron alumnos de los cinco cursos, compitiendo en tracción de cuerda, lanzamiento de peso, jabalina y barra castellana, carreras ciclistas de resistencia y velocidad, cross-country, carrera de vallas, marcha por montaña, carrera pedestre de resistencia (20 km) y partido de fútbol. Otra fue el meeting celebrado en 1925 entre atle­tas de la Federación Castellana y de la Sociedad Deportiva de la Academia, que compitieron en 100 m, 200 m, 400 m, 1.000 m, 3.000 m y relevos 4xl00 m; saltos de longitud, altura, pértiga y triple, y lanzamientos de peso, martillo y jabalina. Una tercera actividad a destacar fue el enfrentamiento entre los deportistas de la Sociedad Deportiva de la Academia de Artillería y de la Gimnástica Española, organizado en 1926, con competiciones de saltos de altura, longitud y pértiga, lanzamien­to de peso, disco y jabalina y partido de rugby que, por ser novedad en Segovia, llevó mucho público a Baterías. Otro gran espectáculo deportivo fue un torneo de esgrima celebrado el año 1927 en la Sala de Armas de la Academia, con 28 asaltos de espa­da y 32 asaltos de sable, que concluyó con el triun­fo de los tiradores Pérez-Nolla en espada y Ceferino Pérez en sable.

Todo se quebró cuando nadie lo esperaba. El conflicto que enfrentó a los artilleros con Primo de Rivera y que supuso la expulsión de todos los alumnos de la Academia y el cierre temporal de la institución, significó el ocaso de una sociedad que había hecho mucho por el desarrollo del deporte en Segovia.

También La Granja conoció una intensa actividad deportiva durante aquel período. Allí fue donde, en 1923, se fundó el primer club de fútbol que hubo en la provincia con reglamento y junta directiva propio. Se llamó La Granja F.C. y en 1925 fue distinguido con el título de Real, llegando a contar con más de 400 socios cuando, tras haber pedido a la Real Casa el can1po de polo para celebrar en él los partidos, vino la concesión mediante el pago de una cantidad simbólica. El equipo hizo grandes progresos y llegó a enfrentarse a los titulares de Ávila, Arévalo y El Escorial, a La Tranviaria, al Amaika-Deltan y al Deportivo E pañol de Madrid, al Rubia de Valladolid y a otros muchos.

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Esquiadores en Navacerrada. Mundo Gráfico: 29-III-1926.

La Sociedad de Iniciativas, en aquellos años presidida por el Alfredo Bauer, representante en España de la banca Rotschild y veraneante asi­duo en el Real Sitio, reanimó las tradicionales par­tidas de tiro de pichón; supo aprovechar el gancho que entre los miembros de la colonia veraniega tenía el tenis para, a partir de 1927, convocar unos torneos en los que se inscribían jugadores de Madrid, San Ildefonso y El Escorial y que, según los periódicos, “bien podrían llamarse de la Sierra”, dada la expectación que despertaban entre los vecinos y veraneantes de todos los contornos; acometió la creación de una swimming-pool para natación y aunque fracasó su primer intento, la sección que unos querían que se llamase la Perla de Valsaín y otros Club Náutico de San Ildefonso se hizo realidad en 1929; y sin piscina, pero apro­vechando la presa del salto del Olvido, los más jóvenes de aquella sociedad nadaban, saltaban desde un trampolín de 12 m que construyeron en ella, se enfrentaban en partidos de water-polo y comenzaron a practicarse los deportes de remo, empezando con una piragua que hizo traer de Inglaterra el conde de Albiz. Otra realización señalada fue la inauguración, en junio de 1929, de un campo de golf. El esquí, en unos años que fue­ron pródigos en nieve, también alcanzó muchos adeptos, especialmente entre los jóvenes cuyas familias, aunque residiendo en Madrid, tenían casa en La Granja.

Como es lógico suponer, algo de aquella efer­vescencia tuvo que llegar hasta Segovia y llegó, siendo su primera manifestación descollante la creación de una sociedad que, siguiendo los usos del momento, se llamó Cultural Deportiva Segoviana; se fundó en diciembre de 1924 y en la junta directiva, ocupando los cargos de presiden­te, vicepresidente, secretario, tesorero y bibliote­cario, estaban Felipe Martín, Víctor Sanz, Salvador Sanz, Francisco Jimeno y Joaquín Arenzana. Como su nombre indica, nació con pre­ocupaciones culturales y deportivas; patrocinó exposiciones de pintura, representaciones teatrales y proyecciones cinematográficas, y presto atención a deportes como el ciclismo, la esgrima, el boxeo y el fútbol. Su primera actividad fue organizar una prueba ciclista y el primer partido de su equipo de fútbol, que formaba con camise­tas moradas -color elegido por su identificación con el liberalismo castellano-, se jugó contra La Granja F.C. el 21 de diciembre de 1924 en el campo de Baterías, cedido por las autoridades militares.

Conoció un breve paréntesis de decadencia en el que cesaron todas sus actividades y fue refundada en 1927 por iniciativa de algunos entu­siastas del deporte como Ramón Martínez, Alberto Camba, Tomás Benito, Alejandro Calleja, Alfonso Prats, Pablo Pastor, Alberto Arnaut y Rafael Gilsanz.

El gimnasio dirigido por el profesor de esgri­ma Ramón Martínez Esteve, alcanzó uno de sus mejores momentos y el boxeo, en unos años que vivían la euforia del gran Paulino Uzcudum, encontró una excelente acogida en los rectores de la Deportiva que, en su reducida sede del Casino y, más tarde, en el salón “El Pensamiento”, orga­nizaron varias veladas con aficionados locales y con profesionales madrileños, bilbaínos y vallisoletanos.
Otras sociedades que aparecieron por aque­llos años en Segovia se limitaron al fútbol. Sus equipos se llamaron Stadium, Academia Ugarte, Once Amigos, Segoviano Comercial, Castilla, Antonianos, Hispania F.C., C.D. Segovia… , pero aunque han logrado sobrevivir en alguna forma de recuerdo, no consiguieron continuidad acaso por­que, como el nombre de uno de ellos indica, sólo estaban formados por grupos de amigos que eran los integrantes de los equipos. Su número, sin embargo, apoya la afirmación que encabeza un artículo en el que un doctor naturista de la época daba consejos a los aspirantes a deportistas: “No ya fiebre sino furor por el deporte es el que se ha apoderado de nuestra juventud adolescente y hasta de la juventud infantil; no hay más que balón o fútbol y expresiones o palabras de este juego que ya dicen lo mismo los doctores en el deporte que los niños de teta del barrio de San Lorenzo … “

El interés por otros deportes también fue capaz de aunar voluntades y en 1929 se fundó el The Forty Tennis Club, que preparó una cancha en un solar de la calle Eulogio Martín Higuera.

Pero frente al entusiasmo de los aficionados, las instituciones, excepción hecha de la actuación siempre favorable al deporte de la Academia de Artillería, se mostraron poco permeables y así, en unos años en los que el fútbol, como ejemplo más señalado, ya se estaba convirtiendo en fenómeno de masas -en la Olimpiada de Amberes de 1920, España había conquistado medalla de plata-, los muchachos segovianos tenían que seguir jugando en la dehesa o en las explanadas de la plaza de toros y del cerro de la Piedad.

Un industrial segoviano cuyo nombre no he podido averiguar, propuso a los directivos de la Cultural construir un campo de fútbol y arrendárselo a un precio módico, pero las negociaciones no llegaron a buen término por lo que uno de los impulsores del club, el comandante de Intendencia Alberto Camba, acudió a entrevistarse con el alcalde de la ciudad, a la sazón Claudio Moreno, para pedirle que fuera la municipalidad la que acometiera la construcción de instalaciones deportivas en la dehesa, proyecto que al parecer no pudo seguir adelante por la oposición de los ganaderos. Esto, sin embargo, no quiere decir que el ayuntamiento se negara en redondo a ayudar al deporte. Seguía patrocinando competiciones deportivas en los festejos de ferias y, a veces, atento a lo que el momento requería, tan intere­santes como pudieran serlo las organizadas por la Academia, lo que puede comprobarse leyendo los programas de las de 1926, en las que hubo un meeting atlético con siete pruebas: 100 m, 1.000 m, lanzamiento de martillo, lanzamiento de jaba­lina, lanzamiento de peso, salto con pértiga y salto de longitud.

De otros lugares de la provincia se tienen pocas noticias. Hay documentados buenos parti­dos de pelota en Coca, en Bernardos, en Migueláñez, en el frontón ‘’de la Maura’’ de Nava de la Asunción y en Santa María de Nieva, donde se jugaba en el de los PP. Dominicos. Y se iba extendiendo el fútbol, pues hay reseñas de parti­dos jugados en pueblos como Muñopedro, donde en 1925 se había creado una Sociedad Cultural y Deportiva que formó dos equipos; Riaza, donde lo introdujeron los veraneantes de la colonia Dr. Tapia, y Aguilafuente y Fuentepelayo, que tuvieron su primer encuentro de rivalidad el 16 de julio de 1930.

(*) Del libro El deporte en Segovia. Memoria de un siglo.