Los vinos de la Tierra de Castilla y León incluirán a las nuevas variedades minoritarias autorizadas en la Comunidad, que son la Rabigato o Puesta en Cruz, Rufete Serrano Blanco, Estaladiña, Gajo Arroba, Mandón o Garro y Tinto Jeromo, y además la Maturana Blanca y Maturana Tinta, originarias de La Rioja, y la Touriga Nacional, de origen en Portugal. Para ello, el Boletín Oficial de Castilla y León (Bocyl) publicará este viernes la resolución por la que se aprueba la modificación del Pliego de Condiciones de la Indicación Geográfica Protegida Castilla y León para poder incluir esas nuevas variedades.
La gran variabilidad de vinos que pueden elaborarse dentro de la IGP permite una adaptación más fácil a la demanda del mercado y nuevos gustos del consumidor por lo que el potencial de esta figura de calidad es muy elevado, han argumentado fuentes de la Consejería de Agricultura y Ganadería este jueves en un comunicado.
Con la incorporación de las variedades minoritarias se abre un abanico de posibilidades para la elaboración de vinos peculiares, con una carácter genuino y diferenciado que puede resultar muy atractivo para el consumidor de vinos actual.
La IGP Castilla y León, conocida por el consumidor por su denominación tradicional Vino de la Tierra de Castilla y León, fue creada en el 2000 por Orden de 15 de junio de la Consejería de Agricultura y Ganadería y es la única Indicación Geográfica Protegida (IGP) de vino existente en Castilla y León.
Es la figura de calidad vínica más heterogénea de la Comunidad Autónoma, ya que su área geográfica delimitada abarca todo el territorio. Los vinos que se comercializan con la mención Vino de la Tierra de Castilla y León pueden ser blancos jóvenes, rosados, tintos, espumosos, vinos de aguja, de licor y de uva sobremadura. La diversidad se extiende también a las casi 200 bodegas que comercializan este tipo de vino.
Junto con bodegas de reconocido prestigio que no están adscritas a ninguna de las denominaciones de origen protegidas (DOP) de la Comunidad, y que marcan su propio estilo, también es utilizado este distintivo por bodegas que pertenecen a alguna de las DOP, destinando a la IGP aquellos vinos de características peculiares no amparables por las denominaciones.
La evolución de la IGP ha sido muy positiva desde su creación y en 2019 el volumen de ventas superó los 168.000 hectolitros por un valor superior a los 50 millones de euros. Según las mismas fuentes, dos de cada tres botellas que se venden de Vino de la Tierra de Castilla y León lo hacen en el mercado nacional, mientras que una de cada tres se destina al mercado exterior.