Ataques de lobos en Castilla y León.

La Consejería de Medio Ambiente, Vivienda y Ordenación del Territorio publicará el próximo 14 de abril una nueva orden de pagos compensatorios derivados por los daños producidos por los ataques de lobo que duplica las ayudas y las extiende al norte del Duero. Además de incrementar los baremos por los daños efectivos, por primera vez los ganaderos serán indemnizados por el lucro cesante producido en la explotación y también recibirán subvenciones para hacer frente a los costes veterinarios. También, en el caso de que el ganadero que sufre el ataque acredite que había puesto en marcha medidas preventivas como el uso de perros o de vallados perimetrales, recibirá una bonificación del diez por ciento.

Esta nueva orden de pagos compensatorios, consensuada con las organizaciones profesionales agrarias, se pone en marcha después de que en el último año los ataques de lobos en la Comunidad hayan crecido un 19 por ciento, con un total de 5.083 cabezas muertas. Además, el propio consejero de Medio Ambiente, Juan Carlos Suárez-Quiñones, que calificó los daños de “insostenibles”, advirtió que los crecimientos en las provincias de Palencia, Burgos y Soria están por encima del 30 por ciento.

Ávila se situó el pasado año en cabeza con 1.632 ataques, por delante de Zamora (1.131), Segovia (989) y Salamanca (419). Desde 2015, los ataques se han duplicado en la Comunidad, pasando de los 1.463, con 2.769 cabezas muertas, a los 3.037 del pasado año.

Además, Suárez-Quiñones explicó que al norte de Duero, donde hasta ahora la Junta no tenía establecido ningún tipo de indemnización y la responsabilidad de los ataques correspondía a los titulares de los cotos de caza, el pago compensatorio se establecerá con carácter retroactivo a 21 de septiembre de 2021, fecha en la que entró en vigor la orden del Ministerio de Transición Ecológica y Reto Demográfico por la que todas las poblaciones de lobo existentes en España se incluyeron en el Listado de Especies en Régimen de Especial Protección, algo que provocó en Castilla y León que el lobo dejara de ser especie cinegética al norte del Duero, y que se prohibieran los controles poblacionales al sur.