El sueño de los humildes

El asturiano del Burgos Monumental, Joaquín Sobrino, defendió el liderato con dignidad en una especialidad que no era la suya.

AAi.a. / enviado especial a la vuelta

Hay quiénes piensan que todos en esta vida tenemos un minuto de gloria. Siguiendo este razonamiento, Sobrino se va a cansar de devolver éxito. Porque nadie, ni siquiera el mediático Lance Armstrong, le va a quitar al asturiano del Burgos Monumental-Castilla y León las sensaciones vividas en las últimas 24 horas.

«Queda mucha celebración, pero todavía no es el momento», reconocía con timidez el esprinter asturiano antes de subirse a la bicicleta para hacer rodillos. La noche fue larga. Ganó cien veces la carrera, aunque solo una fuera real. Para qué más. «Me costó mucho dormir porque no paraba de recordar cómo había sido la victoria y de intentar saborear todos esos momentos que para mí ya son inolvidables», continuó el, hasta ayer, líder de la Vuelta a Castilla y León.

Triunfo que apunta al cielo. «Siempre te acuerdas de la familia y de los que están contigo en los momentos malos, pero sí que es verdad que esta victoria va para mi abuelo que falleció hace un mes y para el otro que lo hizo hace cinco años. Allá donde quiera que estén, esta victoria va para ellos», continuó.

Después se puso el ‘mono’ y calentó para afrontar una especialidad que para nada era la suya. «Trataremos de hacerlo lo más dignamente posible», afirmaba el asturiano.

En el coche del Burgos Monumental se respiraba satisfacción. Los deberes ya estaban hechos y la crono se convirtió en un pequeño homenaje para el corredor, aunque su director, Julio Andrés Izquierdo le apretaba con el megáfono. «Pícala, regula, regula. Traza bien las curvas, tira del manillar», eran las instrucciones que salían desde el coche del equipo castellano y leonés que contaba, además, con un ‘copiloto’ de excepción, el director general de Deportes Miguel Ignacio González. «¿Puede hablar contigo a través del pinganillo?», preguntaba a Julio. «No, solo sufrir», le respondía el director del equipo burgalés.

«Tener a un líder de un equipo de Castilla y León era lo máximo que podíamos pedir. Se ha defendido muy bien en una especialidad que no es la suya. Para que luego digan que este deporte no es sufrido», apuntaba Miguel Ignacio González.

Sobrino perdió el liderato y cuatro minutos, pero ayer ganó mucho más: reconocimiento. Ése es el premio de los humildes, que también viven su sueño.