El deporte devuelve la unión a las dos Coreas

Los dos países, en conflicto constante desde 1950, desfilan bajo una bandera común • Eguíbar encabeza a los españoles en PyeongChang

Un espectáculo pirotécnico puso el fin a la ceremonia de apertura de los Juegos Olímpicos de Invierno de Pyeongchang 2018.
Un espectáculo pirotécnico puso el fin a la ceremonia de apertura de los Juegos Olímpicos de Invierno de Pyeongchang 2018. /EFE

Los Juegos Olímpicos de Invierno de PyeongChang vivieron ayer su puesta de largo con una Ceremonia de Apertura de algo más de dos horas, con las dos Coreas unidas bajo la misma bandera y la delegación española desfilando tras Lucas Eguíbar, un espectáculo de fuego y hielo que culminó con el encendido del pebetero por parte de la estrella local Yuna Kim.

El pistoletazo de salida no defraudó. Unos Juegos que pretenden acercar Corea del Sur a la vecina Corea del Norte de Kim Jong-un, en medio de un conflicto sin tregua desde 1950, con gestos como el desfile en común y una grada de autoridades también en comunión. Moon Jae-in, presidente de los surcoreanos; Mike Pence, vicepresidente de Estados Unidos, y dos altos mandatarios norcoreanos, la hermana del mandatario al frente y Kim Yong Nam, no repararon en saludos.

Esperada, como símbolo de la añorada unión entre las dos Coreas, fue la imagen del desfile conjunto de los dos países por primera vez desde los Juegos de 2006. La bandera, con el relieve sobre fondo blanco de la península de Corea, fue portada por un deportista de Corea del Sur y otro de Corea del Norte, para seguir con el himno universal de paz, el ‘Imagine’ de John Lennon.

España entró al Estadio Olímpico coreano en el 38º lugar, según el alfabeto del anfitrión, con un Eguíbar sonriente portando la bandera nacional el día en que cumple 24 años. Nueve de los 13 olímpicos españoles hicieron acto de presencia en la ceremonia, saludando a los asistentes en un momento fugaz pero inolvidable.

Aún camino de PyeongChang, la ausencia más destacada en la delegación española fue la del patinador Javier Fernández, una de las bazas de medalla. Tampoco estuvieron Queralt Castellet ni los deportistas de esquí alpino.

El viaje a PyeongChang

Antes del despliegue de banderas y deportistas, la ceremonia enseñó a través de imágenes, y cinco niños que hicieron de narradores del evento, el viaje olímpico destino PyeongChang. Sobre la pista, la ciudad coreana enseñó su cultura y tradiciones, con los cuatro animales guardianes.

La percusión de cientos de voluntarios dio entrada a la bandera surcoreana, con el yin-yang, y el himno nacional interpretado por niños del coro ‘Arcoíris’. Entonces comenzó el desfile de países, ilusión e imágenes curiosas, como la del abanderado de Tonga, Pita Taufatofua, con su torso desnudo a pesar de las temperaturas bajo cero, repitiendo su imagen de Rio de Janeiro 2016 donde compitió en taekwondo para hacerlo ahora en esquí de fondo, o los de Bermudas en pantalón corto.

 

 

La Ceremonia entró en su momento álgido, con un espectáculo visual de 1.200 drones que formaron los anillos olímpicos sobre las instalaciones de los Juegos. En tierra, decenas de esquiadores formaron también los anillos en el descenso que repartirá los metales estas tres semanas. La bandera olímpica hizo acto de presencia en el estadio y llegó el momento del encendido pebetero.

Los últimos relevos llegaron a una escalinata, simulando un trampolín de esquí, con la patinadora Yuna Kim, campeona olímpica en Vancouver y plata en Sochi, esperando a los pies de un gigantesco pebetero. La doble campeona del mundo posó la antorcha en un mecanismo que se estiró hasta encender la llama olímpica tras 101 días de periplo de la antorcha y abrir una cita en la que España espera tener su protagonismo.