La Gimnástica Segoviana se quedó con la miel en los labios después de ver cómo, al igual que sucediera en su última derrota en el campo del Navalcarnero, el Valladolid Promesas le remontaba el partido en el tiempo añadido con un cabezazo de Becerra, cuando los azulgrana jugaban en inferioridad numérica, con la diferencia de que, si en Navalcarnero el conjunto gimnástico acabó con diez jugadores, en los anexos al José Zorrilla los visitantes se quedaron con nueve. Asier Arranz adelantó a la Segoviana al filo del descanso de chilena, pero la expulsión de Borja Plaza, y más tarde la de Alberto Leira, inclinaron la balanza del lado pucelano, que acabó con diez por culpa de la roja que vio Mayoral.

Tardó el conjunto gimnástico en tomarle el pulso al partido, aunque más por mérito del Valladolid B, que por demérito suyo. El filial blanquivioleta pisó el acelerador en los primeros minutos y encerró al equipo de Abraham García en su propio campo. Pese a todo, mantuvo siempre la compostura el cuadro azulgrana, juntando sus líneas y negando las bandas a un Valladolid B que se cansó de buscar a Samanes por la izquierda sin suerte. Dos disparos cruzados del medio fueron, precisamente, los dos primeros avisos serios del Valladolid B. Raúl también probó fortuna por el equipo de Rivera cuando se rebasaban los quince primeros minutos de juego, pero sin conseguir inquietar la portería de Pablo.

TRAS EL PRIMERO, EL VENDAVAL

El primer disparo a puerta de la Segoviana se hizo de rogar. No en vano, hubo que espera hasta el ecuador del primer acto, cuando Fernán quiso poner a prueba a Tanis con un disparo lejano que se marchó desviado sobre la portería local. Pero, una vez que el equipo visitante se dispuso a atacar, fue un vendaval. Los azulgrana se desmelenaron y en apenas cuatro minutos generaron tres ocasiones claras sobre la meta de Tanis. Dani Calleja obligó a emplearse a fondo al cancerbero. Poco después, Fernán estrelló un balón en el larguero, y poco después Asier Arranz llegó a la orilla para acabar muriendo tras escaparse de tantos defensores le salieron al paso.

El Valladolid B se estaba salvando por poco, pero tanto fue el cántaro a la fuente, que, al final, terminó rompiéndose al filo del descanso, cuando tras un saque de banda peinado por Ayrton, Asier Arranz remató desde la derecha a gol en acrobática posición, despertando la admiración de la grada del Anexo del José Zorrilla, bien poblada de aficionados de la Gimnástica Segoviana, que se marchó al descanso con la ventaja en el marcador.

UN RECITAL DE LOS MALOS

Como quiera que el equipo tenía la lección aprendida tras el disgusto de Navalcarnero, la Segoviana inició la segunda parte cediendo terreno al filial, pero sin permitir que en el encuentro pasara nada digno de mención. El Valladolid B se encontraba una y otra bien con una bien plantada defensa gimnástica, y la realidad era que, o sucedía algo que diera un vuelco al encuentro, o éste se iba a convertir en un pasar de los minutos entre la impotencia de los locales, y la comodidad de los visitantes, que querían sentenciar a la contra.

Pero el partido se acabó dando la vuelta, tristemente no por una acción meritoria de unos o de otros, sino porque el árbitro, que ya en la primera parte había tenido alguna que otra decisión escasamente comprensible quiso convertirse definitivamente en el protagonista y emborronó el partido expulsando por roja directa a Borja Plaza en el minuto 57 tras una provocación de Suárez, que salió de rositas de la acción que dejó a la Segoviana con diez.

En superioridad numérica, el Valladolid B se convirtió en el dueño del partido, y volcó el campo sobre la portería de Pablo hasta lograr el empate en el minuto 72 por mediación, precisamente, de Suárez, que recortó al meta en velocidad para devolver las tablas al marcador.

Pero apenas llegado el empate, el colegiado prosiguió con su recital, expulsando a Mayoral por el Valladolid B, y dando un poco de aire a una Segoviana que tenía una opción de volver a nivelar el juego, buscando de nuevo desnivelar el marcador. Pero la suerte no estaba del lado de los azulgrana en los Anexos, y dos minutos después de que Anel tuviera que dejar su puesto a Chema en el centro de la defensa, el árbitro volvía a sacar una tarjeta roja a pasear, en este caso mostrándosela a Alberto Leira, cuando este apenas sumaba un cuarto de hora en el campo, poniendo de nuevo al Valladolid B en superioridad numérica.

Pese a ello, la Segoviana aguantó todo lo que pudo, y ciertamente por momentos se vio el empate final muy cerca, pero en el tiempo añadido apareció Berrocal para, en el último ataque del partido, poner la puntilla a la Gimnástica Segoviana con un acompasado remate de cabeza inalcanzable para Pablo tras un envío al área. El equipo no pudo brindarle el empate a su compañero Dani Arribas, y acabó encajando una dolorosa derrota que no mereció, y que sólo llegó cuando unas decisiones arbitrales pusieron el partido en bandeja para el Valladolid B.