Viaje sin moverse del sitio

Cientos de personas de diferentes nacionalidades se dieron cita en el Paseo del Salón para compartir tradiciones, celebrando así el Día de la Diversidad Cultural.

No fue necesaria la típica lección de cómo abrocharse los cinturones y de qué manera inflar el chaleco salvavidas. El vuelo de ayer, aunque sí tuvo un comandante, que fue el periodista Dani Muñoz, no era peligroso e invitaba más a desatarse y mover los pies como un loco, que a quedarse estático, sentado sobre uno de los bancos del Paseo del Salón.

El viaje tenía un punto de partida, Segovia, y un destino, el resto del mundo, en una tarde organizada por Cáritas y las Asociaciones de Inmigrantes de Segovia en la que lo que se pretendía celebrar era el Día de la Diversidad Cultural y en la que no faltaron los motivos para conseguir el propósito. Y todo pese a que las turbulencias, en el empeño de las nubes por aguar la fiesta, no faltaron a lo largo del tiempo durante el cual se prolongó este vuelo en el que los pasajeros sólo se movieron del sitio para bailar.

Y es que fueron muchos los que se subieron a las tablas del escenario colocado al principio del paseo para demostrar que si hay algo común a todos los países del mundo que a su vez diferencia a unos de otros ese es el baile. El baile tradicional que hizo que, con un telón de fondo colorido, compuesto de las distintas banderas participantes en la organización, de la salsa colombiana se pasase a las sevillanas, y de éstas a la danza ecuatoriana entre muchos de los típicos bailes que se subieron a taconear o deslizarse por el escenario.

Abajo, los cochecitos de bebés ocupaban la primera fila, tomando buena nota de que crecer en Segovia no puede significar una pérdida de las raíces, y que éstas, como dijo la concejala de Participación Ciudadana, Blanca Valverde, ejerciendo de azafata momentos antes de que diese comienzo el vuelo, “tienen que seguir llenando de color nuestra ciudad”. Por esta razón, aunque entre objetos de la artesanía propia de cada país participante, sombreros y trajes típicos, y folletos de monumentos y paisajes de lugares del mundo que quedan a muchos kilómetros del Acueducto y que se recogían en cuatro puestos colocados a ambos del paseo, a más de uno se le fueron los ojos y no “echó de menos”, sino que “extrañó” lo suyo, al final todos aterrizaron en el punto de partida; donde se quedarán siempre que quieran.