Tras la gran cena, en familia o con los amigos, y las campanadas, los segovianos disfrutan de una larga noche de fiesta para recibir el año nuevo, al igual que el resto del mundo. / M. GALINDO

Pocas casas de España llegarán a la medianoche sin las doce uvas de la suerte, porque los españoles somos así, si no nos comemos las doce uvas al ritmo que marcan las agujas del reloj de la Puerta del Sol podemos tener un mal año y no hay que tentar a la suerte. Por ello también entramos en el nuevo año con el pie derecho apoyado en el suelo, con una pequeña joya en la copa de champán —que tampoco hay que dejar escapar el dinero— y con ropa interior de color rojo —porque no hay que olvidarse del amor ni del sexo—.

Igual estas tradiciones parecen raras a aquellos que no las conocen desde pequeños, pero es lo que marca la tradición popular en España —por cierto, lo de las doce uvas también es costumbre en otros países de América Latina, como Ecuador, Puerto Rico, El Salvador o Colombia—. Fuera las hay tan distintas como países hay en el mundo. Por ejemplo, en Italia lo que se comen son lentejas —también lo hacen en México—, cuantas más mejor, porque así el nuevo vendrá cargado de abundancia, riqueza y dinero; mientras que en Alemania se comen berlinas de mermelada con o sin licor y manda la tradición regalar cerditos hechos de mazapán.

Para atraer el amor, la ropa interior roja es la elegida en los países latinos; aunque algunos la prefieren dorada, por eso de que es mejor tener dinero. Aunque si de dinero se trata, hay varias maneras de ‘conseguirlo’ en el año nuevo: en México llenan los zapatos de billetes y se mantienen ahí toda la noche de fin de año —en Ecuador se mete un billete de alto valor en el derecho—; y en Filipinas llenan las calles con telas repletas de lunares que representan monedas y también suelen llevar sus bolsillos llenos de monedas y hacerlas sonar después de las campanadas que anuncian el nuevo año.

Y para expulsar todo lo malo con el año viejo y tener uno nuevo lleno de buena suerte y bonanza, en Brasil se dan un baño en el mar; en Puerto Rico limpian todas las habitaciones de sus casas con el objetivo de que todo lo malo quede atrás; en Dinamarca, después de la cena de fin de año, se rompen los platos en los que se sirvió la comida; y en Venezuela se ponen la ropa interior al revés, para atraer la abundancia y alejar la mala suerte.

Asimismo, para saber lo que deparará el nuevo año, también hay diversas tradiciones. Así, en Alemania y Austria es costumbre llevar a cabo la llamada ‘Bleigieben’, un ritual que consiste en quemar una figura de plomo sobre una cuchara con una vela hasta que se funda y verter el líquido en un vaso de agua; la figura que resulte pronosticará lo que el Año Nuevo te traerá. En El Salvador lo que hacen es verter el contenido de un huevo en un vaso de agua y dejarlo cerca de una ventana toda la noche; el futuro será leído a la mañana siguiente en la forma que haya adoptado el huevo.

En definitiva, cada uno empieza el año así como manda su tradición, crea o no crea en ella, quizá más por costumbre que por superstición, pero a lo largo y ancho de todo el mundo, una vez que los relojes marquen las doce, el año nuevo comenzará con besos y abrazos, buenos deseos compartidos; con fuegos artificiales en puntos emblemáticos del globo; y, sobre todo, con una gran fiesta que se alargará, al menos en España, hasta bien empezado el año nuevo.