Angelines, quien regenta la tienda ‘El Aqüeducto’, junto a su marido Salvador, echa el cierre tras 46 años de trabajo sin interrupción.
Angelines, quien regenta la tienda ‘El Aqüeducto’, junto a su marido Salvador, echa el cierre tras 46 años de trabajo sin interrupción. / Nerea Llorente

Angelines y Salvador — “segoviano, folclorista, ceramista, vendedor de melones y naranjas y, por supuesto, de recuerdos”, según se define él mismo — contrajeron matrimonio hace ya 47 años. Sin embargo, no fue hasta el año siguiente cuando decidieron dedicar su vida a Segovia, a sus turistas y, sin lugar a dudas, también a todos y cada uno de sus segovianos.

Ahora, después de cuarenta y seis años regentando una pequeña tienda a los pies del coloso de piedra de la ciudad, homónima al gran monumento, su propietaria se jubila y ‘El Aqüeducto’ echa el cierre.

“Yo siempre he tenido un espíritu comercial que lo he visto con mis padres. Nos enteramos de que se quedaba libre este local y, tanto la familia de Salva como la mía, nos animaron a comenzar el negocio”, afirmó Angelines a lo que Salva añadió que ella “no ha hecho cursillos de venta, es todo natural, espontáneo y humano”.

Ambos aseguraron que el artículo más vendido en todos estos años ha sido el acueducto, “en todos los materiales y tamaños posibles y también las postales. Cuando montamos esta tienda lo que tenía claro es que no me iba a poner a vender jarritas de barro. Empecé vendiendo otro tipo de cosas, las cosas que a mí, particularmente, me gustaban, sin dejar el Acueducto, Alcázar, Catedral, los ponchos que se vendían al principio, las bolsas, camisetas, cucharitas, todo lo que es el recuerdo. Ahí me la jugué un poco y no me salió muy mal del todo”, comentó la tendera.

En un lugar tan privilegiado como en el que se encuentra el establecimiento, los propietarios aseguran que han visto de todo. “Personajes de la picaresca, los descargadores de coches, los taxistas que aparcaban ahí, los coches debajo de los arcos”, comentó Salva. Y algunos de ellos, no dudaron en disfrutar de los productos que lleva vendiendo este matrimonio durante casi medio siglo. Grandes nombres como Rafael Alberti, José Feliciano, Salvador Dalí con su mujer Gala o Armando Valladares se adentraron en el maravilloso mundo de los artículos de Angelines.

“Ahora no sé lo que voy a hacer — dijo ella entre risas — queremos dedicarnos a nuestros nietos, que hasta ahora no lo hemos podido hacer, viajar sí que lo hemos hecho, pero el estar juntos, el comer juntos…”. “Lo vamos a pasar muy bien, vamos a cocinar, vamos a salir, vamos a pasear, vamos a tomar café donde nos apetezca, estoy deseando llevarla a tomar café por la mañana en el bar del Alcázar, vamos a hablar con la gente y vamos a decirles a los jubilados que qué mayores les vemos y que se cuiden”, aseguró Salva, por su parte.

“Aquí estamos con las puertas abiertas y con la sonrisa bien puesta hasta el día 8 de enero”, sentenció Angelines invitando a todos a decir adiós a la tienda.