Calvo Ortega (derecha) recoge el premio de Francisco Vázquez. / Kamarero
Calvo Ortega (derecha) recoge el premio de Francisco Vázquez. / Kamarero

Ocho “segovianos ejemplares” recogieron ayer los Premios Diputación de Segovia, unos galardones con los que la institución provincial quiere reconocer anualmente la trayectoria de personas, empresas o instituciones que han destacado en la actividad que desempeñan. De la gala celebrada en la Academia de la Artillería nadie pudo salir diciendo que alguno de los galardonados no merecía el laurel. La palabra esfuerzo fue aludida, explícita o implícitamente, por todos. Era el denominador común de los que se llevaron a su casa una reproducción de la obra ‘Hermanos de leche' confeccionada en el convento de las Madres Dominicas.

“Llegar aquí no ha sido fácil”, confesaba Raquel Arranz, la propietaria de ‘Caprichos de Sacramenia', una empresa con 19 años de recorrido que ha hecho de la apuesta la materia prima de la zona y la innovación sus señas de identidad.

El mensaje de Arranz fue calcado por ‘la mejor portera del mundo', Estela García Rodero: “No es un camino nada fácil (llegar aquí)”. Lo decía refiriéndose a la dedicación de quien, no siendo profesional del deporte, se va a entrenar cuando acaba su jornada laboral, y lo hace con tal ilusión que acaba llegando a la cima.

Los hermanos Herrero aseguraron, en un discurso leído a tres voces, que el mayor legado recibido de su padre, José María Herrero, el hombre que recuperó e impulsó el cultivo de viñas en Nieva, es inmaterial, en referencia a su aprendizaje del valor que tiene el esfuerzo.

De todos los premiados alguien dijo, en sus comienzos, que estaban locos. A José María Herrero le tacharon así cuando él anunció que pretendía elaborar vino con el 100% de uva verdejo. Sin embargo, no solo no fracasó, sino que otros siguieron después sus pasos. Tampoco debieron pensar en Coca que estaban muy cuerdos los doce primeros integrantes de la Banda de Música al aceptar, hace un siglo, el reto del sacristán. En tono de humor, la quesera de Sacramenia señaló que el 95% de sus ideas “no valen para nada”, un 3% son inviables y el 2% restante “una locura”. Algo de locos tienen todos los emprendedores, y por ello la propia Arranz quiso, en su intervención, agradecer a quienes, de una u otra forma, apoyan sus ideas (“los que llenan mi piscina de agua para que cuando yo me tire no me pase nada”, manifestó).
El valor de la cooperación también recibió distinción. Lo recogió, por una parte, la presidenta de la Mancomunidad de la Sierra, María del Carmen Rey. Dejó un sencillo pero inapelable recado, el de que “juntos somos más fuertes”. En su caso, la entidad ha sabido hacer de la necesidad virtud, y en una coyuntura desfavorable para el medio rural, no ha parado en tres décadas de aumentar sus servicios (hoy, una docena) a los 25 núcleos de población integrados.

Del “espíritu cooperativo” quiso hablar también el presidente de la Fundación Caja Rural, Félix Moracho, entidad ganadora del trofeo ‘' por su implicación en más de 400 proyectos socioculturales al año. “Nuestro trabajo —recalcó— es fruto de nuestro compromiso con esta tierra”. Y no quiso olvidar Moracho al medio rural, “que no pararemos de defender”, ni tampoco otra virtud segoviana, la de la “austeridad”, norma habitual con la que trabaja la Fundación dirigida por Beatriz Serrano.

Otro valor segoviano es el del patrimonio y, en ese campo, la Diputación reconoció al Patronato del Alcázar, que puede enorgullecerse no solo de haber conservador el monumento en las mejores condiciones sino además de conseguir un récord de visitantes (680.000 en el último año).

“Este premio —declaró el presidente del Patronato del Alcázar, el general Íñigo Pareja— es un estímulo, un acicate para seguir trabajando”. Con otras palabras, la portera Estela García expresó la misma idea: “(el galardón) nos alienta a seguir luchando en nuestra pasión”.

El esfuerzo, pues, seguirá.

“Se dice que Segovia es la capital de la Transición”

“Una sorpresa”. Rafael Calvo Ortega (San Rafael, 1933) se impresionó al conocer la noticia de que él era el ganador del ‘premio Especial 2018' de la Diputación. “Lo recibo con orgullo y honor”, indicó. “Siempre —agregó— he sido un defensor de esta provincia, de mi tierra”. En su discurso quiso citar a dos universidades en las que se formó, la de Salamanca, donde aprendió la “ejemplaridad” de grandes maestros, y la de Bolonia, de la que sacó una conclusión vital: “sin ley no se puede avanzar”. En un brevísimo repaso de su trayectoria, Calvo Ortega recordó el buen trato recibido en Italia, que convirtió a ese país es “mi segunda patria”.

De igual forma, quiso citar a otras personas que le ayudaron en su carrera. Nombró a Adolfo Suárez, a Fernando Abril y a Julio Nieves. “No se si Segovia fue la capital de la Transición, ¡pero es lo que se dice en toda España!”, afirmó, agregando que la tarea que se realizó aquellos años para lograr la restauración de la democracia fue “extraordinaria”.

Rememoró un acto de la época, celebrado en el teatro Cervantes, en el que los ponentes defendieron la conveniencia de emprender reformas, sí, pero “respetando los valores fundamentales de la sociedad segoviana, que eran la apertura y la integración”. Sin citar expresamente la situación actual de Cataluña, Calvo Ortega sí advirtió sobre quienes, hoy, están en contra de la integración, lanzando “mensajes de supremacía”.

Antes de acabar quiso mencionar a su pueblo, San Rafael, donde dijo haber aprendido dos valores: la laboriosidad de sus gentes y la hospitalidad.

Galería de fotos de la entrega de premios de la Diputación de Segovia