Luis San Miguel Mateos, presidente de la Asociación de Amigos de la Pesca y Caza San Frutos Segovia. / Nerea Llorente

La temporada de menor ha terminado en enero y el balance no ha sido nada bueno. En algunos pueblos de la provincia, la población de conejos ha sufrido bajas por la incidencia de “la vírica”, dejando muy pocos ejemplares. La perdiz, en cambio, ha tenido una mejoría con respecto al año pasado -que fue uno de los peores- y por eso en muchos cotos decidieron no cazar a la reina de la cinegética española o cerrar su caza antes de tiempo. Con respecto a la liebre, este año ha estado amenazada por brotes de una cepa de mixomatosis como la de los conejos.

En la mayoría de los cotos con tierras o planicies se respeta la liebre sólo para la modalidad con galgos. Además, los propietarios de estos galgos deben extremar su protección debido a la gran cantidad de robos que se producen por parte de indeseables e inaprensivos sin escrúpulos que además de cazar a sus anchas por toda la geografía española sin ningún permiso ni control, terminan abandonándolos, lo que aprovechan los “anticaza” para atacar al sector cinegético.

La actividad cinegética está muy extendida por toda la provincia de Segovia. Según el listado de la Junta de Castilla y León hay unos 450 cotos de caza, ocupando prácticamente la totalidad del territorio.

Ahora es tiempo de trabajar para la siguiente temporada, es hora de ayudar con comida extra y refugios, acumular paja y sacos de trigo natural sin tratar por si nevara, poner comida debajo de la vegetación arbustiva o espinos, hacer siembras específicas, plantar especies arbustivas en lindes y arroyos, y hacer un control de predadores. En primavera hay que hacer censos, desparasitar, vacunar y limpiar madrigueras, proteger los lugares de nidificación localizados; y si viene una primavera seca, colocar bebederos y mantener el agua en perfectas condiciones. Estas son también algunas de las prácticas que se deben abordar en estas fechas y que aconseja la Federación de Caza de Castilla y León.

La caza y la pesca son necesarias para el mundo rural y en general para una sociedad moderna, pues ayudan a fijar población en las zonas rurales y frenan la despoblación. Es imprescindible establecer un equilibrio, controlar el exceso de animales que causan daños a los cultivos, y que pueden ocasionar accidentes de tráfico. Una superpoblación podría acabar en enfermedades o epizootias, llegando a terminar con una especie e infectando a otras.

En cuanto a la gestión del medio natural, los cazadores, de forma altruista, colaboran favoreciendo a las especies protegidas. Tenemos que darnos cuenta de lo importante que es esta gestión que realizan los cazadores sin coste para las administraciones, que sería inasumible por su parte; por eso, hace falta proteger y fomentar, incluso desde las aulas, este tipo de gestión del medio natural. Y, por supuesto, sin olvidarnos de denunciar a los que cometan malas prácticas y que nos perjudican a todos. Todo buen hábitat debe ofrecer: alimento, zonas de cría, protección frente al clima y contra los predadores. Mucho antes de que se empezase a hablar de ecología, los cazadores ya se ocupaban de estos asuntos.

Algunos se plantean prohibir la caza, pero la polución, los pesticidas, los tendidos eléctricos, las carreteras, las urbanizaciones y demás acciones humanas se van a ir incrementando y destruyendo el medio natural. Nadie que prohíba la caza se va a transformar en un “ermitaño”, ni se desplazará en burro, ni se desprenderá de su ordenador o televisión, ni del iphone de última generación, pero tienen la categoría moral suficiente para prohibir aquello que no les gusta.

Con relación a la pesca en la provincia de Segovia, y cuando falta apenas un mes para la apertura de la temporada de la trucha común, la mala noticia es que la Junta de Castilla y León no va a poner en marcha los tradicionales cotos intensivos de pesca porque al parecer no son “rentables” para ellos.

Es cierto que la pesca ha dejado de ser rentable para los que vivían de ella y para las poblaciones cercanas a los cotos. No ha ayudado nada que en el año 2011 el gobierno del señor Rodríguez Zapatero modificara el catálogo de especies exóticas invasoras, obedeciendo a las exigencias de «asociaciones ecologistas» que condenaban al exterminio de algunas especies, como la carpa o la trucha arco iris. Y ahora que parecía que esto se había solucionado, resulta que en otras comunidades autónomas van a volver a repoblar los cotos, pero aquí no toca, porque dicen que no es rentable. Se puede decir bien alto de la pesca en Castilla y León “entre todos la mataron y ella sola se murió”.

Han conseguido lo imposible: acabar con la ilusión de muchos, la mayoría de pescadores que eran tradicionales ya no tienen dónde ir, los nuevos -y cada vez más- pescadores de carpfishing son incomprendidos; los pescadores de lucio y black bass son perseguidos, parecen los culpables de que existan esas especies. Como consecuencia de todo esto, el éxodo de pescadores hacia otras comunidades es ya una realidad: eso es lo que se ha conseguido.

Sin embargo, los cazadores y pescadores realizan una significativa aportación a la economía mediante el pago de licencias, permisos y tasas de cotos; realizando compras de equipos, ropa y accesorios necesarios para la práctica de estas actividades; efectuando desplazamientos y haciendo gastos en restaurantes, alojamientos rurales, etc. En algunas localidades aún subsisten artesanos valorados a nivel internacional que fabrican accesorios en piel, calzado, armas y un sin fin de artículos para la realización de estas actividades, lo cual quiere decir que hay mucha gente que vive en torno al mundo de la caza y la pesca. Solo un dato más, la fundación Artemisan, en un estudio realizado en el año 2016, concluía que sólo la caza aportaba a la economía aproximadamente unos 6.475 millones de euros del PIB.

Esperemos que nuestros dirigentes hayan tomado buena nota y se tomen en serio estos sectores tan importantes.