Uno de los autómatas mecánicos de madera que forman parte de la exposición ‘Selfie Automaton’. / E. A.

Autómatas y marionetas realizados por artistas rumanos protagonizan la muestra ‘Selfie Automaton', un montaje que Rumanía desplegó en su pabellón de la 15ª edición de la Exposición Internacional de Arquitectura, Biennale di Venezia, en 2016 y que, gracias a , el Festival Internacional de Títeres de Segovia', podrá verse en el Palacio de Quintanar el próximo mes de mayo, del 17 al 19.

Se trata de una muestra del trabajo de Gál Orsolya, Stathis Markopoulos, Adrian Bucça, Oana Matei y Andrei Durloi, comisariada por Tiberiu Bucça, que consta de autómatas mecánicos de madera de distinto tamaño que representan a personajes caricaturizados, animales fantásticos, huevos de oro, cajas de música… Un escenario que coloca al visitante como dínamo y títere al mismo tiempo.

Los autores proponen en ‘Selfie Automaton' un retrato genérico de las relaciones sociales, de los estereotipos y de los deseos, rotos en pedazos, para ser re-ensamblados por la imaginación del espectador en un autorretrato introspectivo.

Sirviéndose de estos autómatas mecánicos se invita al visitante a cambiar temporalmente los roles, de pasivo y contemplativo, a uno participativo, poniendo en marcha las instalaciones.

Así, los autómatas, formados por conjuntos de caracteres estereotipados, colocan al visitante en varias relaciones espaciales, desde el observador distante (‘Circle Dance') hasta ser parte de él (‘The Banquet') o en lados opuestos (‘The Committee'), dando pie a la introspección y cuestionando el papel de cada individuo en el mecanismo social.

Los autómatas, máquinas que realizan una serie de funciones de acuerdo con un conjunto predeterminado de instrucciones codificadas, son conocidos en la historia como objetos de entretenimiento y precursores de la automatización. Mediante el uso de estas instalaciones narrativas, la exposición propone, en forma de un espectáculo de entretenimiento crítico, una alternativa a un ‘selfie' o autofoto.

Uno de los inventos tecnológicos más antiguos es el de las marionetas o títeres —que datan de hace al menos 25.000 años— lo que demuestra que las necesidades a las que sirven son importantes en el proceso evolutivo de la humanidad, son un espejo cultural que refleja la percepción de la vida y la realidad que tienen las personas, según los responsables de esta exposición que juega con los roles de espectador, manipulador y manipulado, burlándose de la percepción de lo real para demostrar que la comunicación a través del teatro a veces adquiere poderes que nadie puede controlar.