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Cementerio de San Frutos.

El pequeño cementerio situado en el Priorato de llevaba muchos años sin ser utilizado. Su puerta cerrada esperaba a Crescencio Calvo Alonso, quien falleció el último día de octubre, cuando contaba don 91 años de edad. Será posiblemente la última inhumación que se lleve a cabo en este privilegiado camposanto.

Como gran devoto de San Frutos, Crescencio Calvo acudía todos los años a la romería que cada 25 de octubre tiene lugar en este Parque Natural. Problemas de salud no le permitieron participar este año. Le llevarían pocos días más tarde, pero para quedarse eternamente en este lugar al que amaba. Y no estará solo. Le acompañan los restos de San Frutos, patrón de los segovianos; pero también los de su esposa, de la que enviudó hace casi 30 años, y los de dos de sus hijos, uno de los cuales perdió la vida con tan solo 16 años.

Nacido en Carrascal del Río, Crescencio Calvo trabajó desde muy joven. Sus primeras responsabilidades laborales las tuvo como pastor, lo cual le permitió conocer la zona y valorar, como el santo eremita, la importancia de la naturaleza, así como admirar los paisajes creados por las aguas del río Duratón. También conoció los efectos que tuvo en el paraje la recrecida del embalse de Burgomillodo en el año 1953, aunque el original fue construido cuando él tenía dos años.

Como otros muchos segovianos, Crescencio tuvo que emigrar. Fue primero a Madrid y luego recaló en Segovia, desde donde intentaba ir todos los fines de semana a San Frutos. Se responsabilizaba de la venta de libros y abalorios del santo para conseguir fondos con los que conservar y mantener el Priorato.

Ahora su sepultura descansa en un lugar en el que siempre le habría gustado estar más tiempo en vida.