El pasado día 29 de enero, se publicaba en este diario la primera parte de un artículo dedicado a las tres sedes de la Exposición de las Edades del Hombre, “Reconciliare”; era sobre la primera de las sedes, la iglesia de San Andrés, donde se ubicará el Preámbulo de la Exposición titulado “In Principio”, en el Principio, y también el primer capítulo titulado “Hieri”, Ayer. Hoy describimos los aportes arquitectónicos de la segunda sede, la iglesia de San Martín, donde se ubicarán el capítulo segundo, “In figura”, en la imagen, y el tercero, “Hodie”, hoy; el ´cuarto y último capítulo estará ubicado en la iglesia de San Esteban, a la que dedicaremos la tercera parte de este artículo.Las tres sedes serán revestidas para cumplir con su objetivo catequístico y de arte, de tal manera que muchos ciudadanos que ya las conocen en su estado habitual, quedarán sorprendidos por el cambio en sus contenidos y disposición en favor de “Reconciliare”, guía del mensaje de la Exposición. Por ello parece oportuno que tengamos una visión de lo que las sedes son y contienen antes, y lo que vamos a ver en ellas, después, durante el evento.
SAN MARTÍN De propiedad municipal, ha sido designada como una de las sedes de la Exposición de la Fundación de las Edades del Hombre en la edición de 2017.
Está situada sobre un pequeño promontorio junto a la campa del tradicional “Ferial” que antecede al castillo palacio de los Alburquerque, intramuros de la ciudadela. En ella, celebró su boda el rey Don Pedro I el Cruel con Doña Juana de Castro, en el año de 1.354 . Fue lugar del bautismo de varios de los Duques de Alburquerque nacidos en el cercano palacio.
Desamortizada, salió a subasta en 1.854 y vendida en 1.871. Fue declarada Monumento Nacional en 1.931. Arruinada en parte, sirvió de viviendas y corrales hasta que fue adquirida por el Ayuntamiento y rehabilitada por la Escuela Taller de la Villa en los años 80 del siglo pasado. En la actualidad es sede de un Centro de interpretación del “mudéjar”.
Típica del estilo, su orientación es la de oeste-este. De tres naves, la central sobresale de las laterales. Las tres naves rematan en tres ábsides precedidos de tramo recto, mayor el central cuya ornamentación arranca de cimientos de cal y canto desarrollando dos filas de arquerías dobladas y ciegas de medio punto , sobre ellas casetones doblados, superados por un friso de esquinillas y cuatro filas de ladrillo en saledizo a modo de alero del tejado. La misma decoración se repite en los ábsides laterales excepto en la decoración de casetones que disminuyen de tamaño como los propios ábsides y la desaparición del friso de esquinillas.
Las fachadas norte y sur son de cal y canto enfoscado de al estilo del esgrafiado segoviano que imita sillares rectangulares. Posee tres puertas de ladrillo y arco de medio punto: la del Oeste es simple, con sólo un arco doblado; las del Norte y Sur se disponen con cuatro y seis arquivoltas, respectivamente, y están enmarcadas por un alfiz, los arcos de medio punto descansan en ladrillos en nacela a modo de capiteles.
La torre es de planta cuadrada y maciza, de cal y canto y sillares en las esquinas; fue construida posteriormente al templo original, entre los siglos XIV-XV y se eleva sobre la iglesia junto al muro occidental ocupando parte del atrio de ladrillo que recorría los lados norte, oeste y sur, de los que aún quedan restos del arranque de los arcos en las fachadas norte y oeste. La torre estuvo techada y sus grandes ventanas en la parte superior, semejan almenas de defensa. De la primitiva torre mudéjar, situada, según sería lo acostumbrado en los templos mudéjares cuellaranos, en el tramo que precede al ábside lateral norte, no hay restos.
En el interior la planta es irregular siendo la nave de la Epístola un poco más larga que la del evangelio; la nave central dispone de cinco tramos de arcos de ladrillo, enmarcados por alfiz sobre el que se disponen ventanas-aspilleras abocinadas que daban luz a la nave central. Los arcos formeros doblados y recuadrados por alfiz gravitan sobre pilares compuestos. La nave central desarrolla un tramo recto antes de llegar al presbiterio del que se separa por grandes arcos formeros que sólo interrumpen su desarrollo por improntas de ladrillos en nacela.