Cinco siglos de censo Monjaraz

Desde el año 1520 el municipio abona a la parroquia de El Espinar un censo por los bienes donados por Gonzalo de Monjaraz

En tiempos pretéritos las obras pías, donaciones y fundaciones en beneficio de diversas causas y deseos, como referencia general a partir de la muerte de su morador, o su deseo anterior, eran muy prorrogadas y custodiadas, siendo sobre todo en el último siglo cuando con menos beneficencia y pervivencia se ha manifestado, quedando en muchos casos, relegadas a misas y responsos en memoria del titular de la Obra; o también por el finiquito de la misma, a falta de su actualización, que en muchos casos resultaba insignificante.

Una de esas excepciones la mantiene Ortigosa del Monte con una obligación de pago que cumple más de cinco siglos. En un documento inicial fechado en el año 1520 se recoge el deseo expreso por el que Gonzalo de Monjaraz, entrega al Concejo de Ortigosa del Monte, “las heredades que éste tenía en el término del pueblo a cambio del pago de un censo o tributo anual, destinadas a unas obras Pías (de beneficencia), fundadas en la iglesia de El Espinar, de dónde Gonzalo era vecino”.

Un escrito que se encuentra en el Ayuntamiento, y que según la transcripción realizada por el alcalde, Jesús A. Moreno, y el historiador José Ángel del Barrio, “inicialmente en una fecha que no se menciona en el documento, el titular, había fijado este traspaso a unos vecinos del pueblo”, destacan, para añadir que “a Gonzalo de Monjaraz le sobrevino la muerte y no se pudo llevar a cabo el mismo de manera efectiva”.

El documento que hoy se registra en el Consistorio está fechado en Madrid el 20 de julio de 1857, y es copia de otro anterior del año 1650, que a la vez es transcripción del inicial de 1520, una escritura ésta, firmada por el escribano Juan Crespo.

Por este motivo, en febrero de 1520, el Concejo de Ortigosa, otorgó un poder a un vecino (Juan Redondo), “para que en su nombre, formalizará legalmente el trato con los herederos de Gonzalo de Monjaraz, su viuda Juana de Ortigosa y sus dos hijas”, precisan.

De esta manera, la escritura definitiva se formalizó en El Espinar el día 7 de marzo de 1520, “estableciendo que el Concejo de Ortigosa recibía la heredad que había poseído en vida Gonzalo de Monjaraz en el término, una relación compuesta por casas, solares, tierras, huertas, bosques y aguas, perpetuamente para siempre jamás”, recoge expresamente. Asimismo, “a cambio, y también a perpetuidad”, los vecinos de Ortigosa, “se comprometían, tanto los que vivían en aquel momento como sus sucesores, a la entrega anual de cincuenta fanegas de cereal, la mitad en trigo y la otra mitad en cebada, a modo de censo, a pagar a los sucesores de Gonzalo de Monjaraz, en el mes de agosto, el día de San Bartolomé”, señalan.

La escritura contractual, estipulaba una serie de condiciones. En primer lugar, que si el Concejo de Ortigosa, “permanecía dos años seguidos sin pagar el censo, Juana de Ortigosa o sus sucesores, podrían quitarle al vecindario la heredad”, recoge.

También, que “la propiedad no se podía enajenar ni vender a clérigos ni potentados, es decir, a quienes no estuvieran obligados al pago de tributos, sino a personas que pudieran pagar el censo convenido”. En el papel manuscrito, se puntualiza, que “en caso de vender o enajenar el todo o parte de la propiedad, habría que avisar en primer lugar a Juana de Ortigosa o a sus herederos; pues si no se hiciese así, éstos podrían quitarle al Concejo la heredad”, sentencia.

De los pagos de trigo, a los 136 euros:

Cinco siglos después, aquel tributo fijado inicialmente, por fanegas de cebada, trigo etc… su abono se realiza en euros. En el último pago de 2010, el Ayuntamiento de Ortigosa ha satisfecho a la parroquia de El Espinar, “136,42 euros, que es el 4,5 por ciento del padrón de pastos, transferidos a la parroquia de El Espinar”, explica el alcalde, Jesús A. Moreno.

Entre la relación de bienes y heredades donadas a través de este censo, que en el municipio algunos denominan comunmente, “censo de las Viudas”, destaca uno de los parajes más bellos en la riqueza natural que compone el término, es El Berrocal. Una dehesa con grandes dólmenes de granito, árboles y regueros de agua, de unos 107 hectáreas de extensión, cuyos pastos aprovecha la cabaña ganadera periódicamente. Esta singular zona está señalizada para prodigar rutas de senderismo. La Asociación Segovia Sur se encargó de difundir la misma a través de carteles, y dípticos informativos indicando sus valores.