Miguel Velasco – La Junta inicia una gobernanza procelosa

Por lo que hemos visto (y lo que no hemos visto por falta de transparencia) no parece que el pacto entre el nuevo hombre del PP en la cumbre de la gestión autonómica, Mañueco, y el que ha irrumpido con fuerza y exigencias desmedidas desde Ciudadanos, Igea, se caracterice por estar atado y bien atado, sino más bien prendido con los alfileres de la desconfianza y los recelos mutuos. No parece, al menos en principio a juzgar por la dote o arras de los contrayentes, que sea un matrimonio bien avenido sino sustentado en el más mínimo amor para compartir la carga. Que no va a ser poca. Uno desde la presidencia que tanto anhelaba y el otro desde la segunda fila (la vicepresidencia), que ni la esperaba –dado que su inclinación política escoraba más hacia la izquierda de Tudanca que hacia un PP que circunstancialmente encontraba especialmente debilitado. Hasta tal punto que como afirmaba en un día de esos en que se desarrollaban las negociaciones para el pacto de gobernabilidad en la turbulencia de unas aguas agitadas que pudieran hacer zozobrar las ambiciones de Mañueco “no es mi presidente ideal” afirmada el hombre duro del naranja y añadía que ese camino lleno de abrojos lo andaría como responsabilidad y por compromiso. Se refería a que el llegar a buen puerto –no sin pocas tormentas- obedecía a imposición concreta de su líder Albert Rivera. Lo demás, su altanería y las exigencias más descaradas –y algunas mezquinas- eran cosa suya para –al menos- tocar el poder que conlleva la vanidad. Verdaderamente tampoco es que encontrara en Mañueco una postura sólida ni solidaria siquiera. Y cuando Igea conoció aquella frase del ya hoy presidente de la Junta: “todo lo que pidan y más” se lanzó a su yugular exigiéndole casi hasta su desnudez política con que abultar su victoria en la arena del teje maneje, cuanto no había ganado en las urnas aunque esto “cabreara” a sus votantes como reconoció el propio Igea. Como se sabe, todo lo que se desarrolló hasta la firma ha sido duramente criticado, al menos, por dos cabezas visibles que andarán en el hemiciclo; Tudanca (Grupo Socialista) que calificaba el Pacto de “vergonzante y de suculento festín para C´s” y Fernández (líder de Podemos) que les increpaba afirmando que” en ese pacto lo único que se vislumbraba era que el único cambio en la práctica era como un cambio de cromos, de Diputaciones, sillones y Ayuntamientos”.

En ese sentido hay que reconocer que el destino de la Diputación de Segovia ha pendido de un débil hilo de color azul que se tejía en aquellas reuniones que allanarían los inconvenientes para llegar a la gobernanza deseada por Mañueco y en cuyas conversaciones tomó parte activa a partir del Pleno extraordinario y urgente del día 20 de Junio, incluso antes, el presidente de la Institución Provincial Paco Vázquez, en que presentó su dimisión para incorporarse al día siguiente en las Cortes de Castilla y León, donde el presidente Fuentes (del C´s) le tenía destinado un sitial de honor: nada menos que la vicepresidencia aunque el color del mandamás fuera naranja, el mismo en cuyos brazos se echó en su día la vilipendiada Silvia Clemente, a la que tan despiadadamente se la trató. No hay que olvidar tampoco que entre las exigencias más imperiosas de la cúpula de C´s estaba precisamente el arrebatar al PP. entre otras, la Diputación de Segovia, sin gran resistencia, para mecerse allí Noemí, una de los tres diputados de la formación naranja, frente a los 12 del PP ganados a pulso por sus más de 300 concejales, sobre todo del medio rural “vaciado”. Ahora, la Junta Electoral zanja definitivamente la insólita controversia reponiendo en la Diputación la mayoría absoluta cuestionada para el PP. ¡qué cosas tiene la política!