La estampa de la trashumancia

Alrededor de 40 caballistas se reunieron para volver a mostrar esta práctica ganadera con la presencia de una manada de bueyes desde Boceguillas hasta Grajera

La villa de Boceguillas, en hermandad con la localidad de Grajera, celebraron un acontecimiento sin precedentes en la actualidad en la comarca con el caballo y el campo como protagonistas. La asociación Caballistas del Nordeste organizó la primera trashumancia de bueyes en forma de exhibición, que unió ambos municipios con el relieve del entorno rural y el monte de robles característico de la zona como escenario. El simulacro del paso de las reses de una dehesa a otra con la llegada del cambio estacional reunió alrededor de 40 caballistas más aficionados, que se dieron cita en el complejo polideportivo de Boceguillas para disfrutar de un jornada sin igual.

Los participantes iban llegando al toque de queda, bajo el refugio del aguardiente y las pastas tradicionales. Con el calor en el cuerpo, binomios llegados de Cantalejo, Cuéllar, Santo Tomé del Puerto y otros puntos de la provincia y comarca se perfilaron a la espera de la suelta de los bueyes. El olor a caballo y a campo dio paso a un primer plano y salieron ocho cabestros, que fueron conducidos a través de tierras de labor y senderos. Las cañadas volvieron a sentir el peso de las herraduras y a escuchar el inconfundible sonido de los cencerros por un día. La estampa añeja del trasladado de las reses tiñó de colorido el horizonte pilongo y volvió a poner en memoria una de las prácticas más empleadas en la ganadería durante siglos.

Los caballistas encauzaron el camino y a mitad del trayecto llegaron al descansadero de los bueyes, oportunidad para que jinetes y amazonas tomaran el correspondiente almuerzo presidido por viandas de la zona y en compañía de vino de bota.

De nuevo, entramaron el recorrido para coronar el final. En Grajera esperaba el broche con la llegada de los bueyes a su destino. Al concluir el acto en La Hípica, el éxito por volver a poner en marcha esta práctica que se había alejado de la era actual se hizo inminente. La jornada terminó con la degustación de una caldereta para poner fin a un acontecimiento, que dada la acogida que mostró se presenta de manera suculenta en próximas ediciones.