Sol y buen ambiente desde la Cárcel al Castillo

El buen tiempo parece seguir empeñado en poner brillantez a nuestro camino y en la jornada de ayer entre Pedraza y Villar de Sobrepeña pudimos disfrutar de una magnífica temperatura, con los ratos de sol atenuados por las nubes y una leve brisa que era toda una invitación al paseo.

Un grupo de reclusos del Centro Penitenciario de Segovia ha emprendido la tarea de llevar a cabo el trazado del Camino de San Frutos, en un recorrido en el que la cultura y el medio ambiente se unen con la labor terapéutica y asistencial previa a su incoropración a la sociedad. A lo largo de esta semana EL ADELANTADO DE SEGOVIA recogerá las impresiones de este grupo a través de un diario en el que narrarán a los lectores todo lo vivido durante las cuatro etapas que forman parte de esta experiencia, que sirve para poner en valor una nueva ruta cultural y espiritual.

Ayer nos acompañaron la consejera delegada de EL ADELANTADO, Teresa Herranz, que mostró una entusiasta actitud que nos sirvió como ánimo para continuar, y nuestros amigos de la Asociación del Camino de Santiago en Segovia, con los que nos unen tantas cosas.

Antes de comenzar la ruta, una visita a la cárcel medieval de la villa nos sirve para plantear el tema de reflexión del día. En las oscuras mazmorras y celdas que se conservan en este recinto, los internos torcían el gesto ante un estilo punitivo que choca diametralmente con el que ellos tienen; basado entonces en el castigo físico y en la negación de la dignidad del ser humano.

El psicólogo propone a los internos que reflexionen sobre la figura del «fiador», que en tiempos pretéritos respondía con su vida y su hacienda del comportamiento de otras personas, y les interroga sobre si ellos serían fiadores de su propia conducta en el futuro o confían en otras personas a tal fin.

La visita a la cárcel descabala el cronograma milimétricamente medido por Juan Carlos y Andrés, pendientes de los mapas de Google y del GPS para medir distancias y rutas durante el recorrido. Los responsables de marcar el trazado de la ruta sonríen porque por primera vez pueden utilizar el «pajarito» que lucen en gorros y bolsas para indicar la senda por la que tendrán que pasar quienes les precedan como peregrinos.

Tras casi 100 minutos de marcha, llegamos a La Matilla para reponer fuerzas en la plaza, buscando la sombra y un reparador café en el bar del pueblo. La alcaldesa de La Matilla, María del Carmen Rojo de Andrés, sella con entusiasmo los carnets de los peregrinos y expresa todo su apoyo a este proyecto impulsado por EL ADELANTADO, por lo que ya le consideramos ganada para la causa.

Seguimos marcha hasta Valdesaz, y en este tramo el camino se complica, ya que el trazado obliga a abandonar caminos más o menos reglados y cruzar campo a través siguiendo la senda marcada no sólo por el GPS, sino por el testimonio de pastores y vecinos de los pueblos cercanos. Es tiempo para conversar, y el grupo estrecha lazos compartiendo experiencias propias, charlando de política, de fútbol o simplemente caminando codo con codo sin hablar, porque el silencio también enriquece.

A un kilómetro de Valdesaz, nos espera con las puertas abiertas el Castillo de Castilnovo, una de las joyas arquitectónicas menos conocidas de la provincia que a partir de la próxma semana albergará un magnífico hotel-restaurante dispuesto a recibir al público que quiera conocer la belleza del nordeste segoviano. Una magnífica comida con paella, bistec y un delicioso púdin de frutas sirve para restaurar esfuerzos y almas, y el gerente del establecimiento, Jesús Casla, nos ofreció un breve recorrido por las salas del histórico recinto al que habrá que volver con más calma.

El último esfuerzo del día fue para llegar a Villar de Sobrepeña, pasando por Consuegra de Murera, pero mereció la pena, ya que nuestros amigos de la Asociación de Vecinos «El Progreso» nos esperaban para ofrecernos una buena merienda y, sobre todo, su ánimo y afecto.

Ya sólo nos faltan poco más de diez kilómetros para llegar hasta la ermita de San Frutos y poner el corolario final a una ruta que, sin duda, marcará nuestras vidas.