Los 10 años del ‘nuevo Zar’

Putin celebra una década en el Kremlin con unos índices de popularidad en máximos históricos gracias al respaldo social de su controvertida postura en el conflicto con Kiev.

Inteligente, competente, experimentado, decidido y atractivo: así es como los rusos ven a Vladimir Putin, quien celebra estos días una década como presidente en plena tensión con Occidente por Ucrania y con una reducción del crecimiento económico nacional.

A pesar del malestar por el que Washington y Bruselas califican como un papel activo de Moscú para fomentar los disturbios en el exestado soviético, las encuestas de opinión muestran que, el que muchos llaman ya el nuevo Zar, está sabiendo usar la crisis ucraniana para ganarse el apoyo de su pueblo. Así, un reciente sondeo de la consultora independiente Levada mantiene que el apoyo de Rusia al exespía de la KGB se sitúa en un 82 por ciento, su nivel más alto desde finales de 2010.

Esta misma empresa, financiada por la encuestadora estatal VTsIOM, aseveró el mes pasado que entre un 61 y un 66 por ciento de las personas preguntadas afirmó que confiaba en Putin, el valor más elevado desde, al menos, enero de 2006. Por contra, solo el tres por ciento desconfiaba del mandatario, el índice más bajo desde noviembre de 2010.

Del mismo modo, la consultora apostilló que los rusos apreciaban al mandatario por su actitud decidida, inteligencia, competencia y experiencia, entre otros factores. También indicó que el ocho por ciento estaba influenciado positivamente por su aspecto físico pues, a sus 61 años, no duda en aparecer en televisión cazando, nadando y montando a caballo, a veces con el torso desnudo.

SOFOCAR LAS PROTESTAS

Putin volvió al Kremlin por un tercer período como presidente en 2012, después de unas manifestaciones masivas contra su gestión, en un país que ha liderado como jefe de Estado desde el 2000.

En este tiempo, su Gobierno ha sofocado gradualmente el movimiento de protesta y los sondeos confirman que, al menos, una quinta parte de los encuestados esperaba más protestas populares, una fuerte reducción con respecto a finales de 2013.

No obstante, las encuestas también desvelan que la crisis en Ucrania fue la encargada de llevar la popularidad del primer ministro al récord de sus primeros dos períodos en el Ejecutivo, en 2000-2008, cuando gobernó durante un boom económico.

Además, los estudios reflejan otro importante matiz que nunca conviene olvidar cuando se trata del exagente de la KGB: desde que empezó su aventura política hace 15 años, su popularidad nunca ha bajado del 60 por ciento, un nivel de aprobación con el que la mayoría de los presidentes ni siquiera se atrevería a soñar.

Otra cosa bien distinta es el efecto que la invasión de Crimea tendrá a medio y largo plazo sobre las finanzas y los intereses estratégicos de Rusia. Empezando por los propios costos de la anexión. La península, con sus dos millones de habitantes, no es uno de los territorios más pobres de Ucrania, pero ha recibido mucho más de lo que ha aportado desde que inició la convivencia en 1991.