En memoria de García Sanz

La Real Academia de Historia y Arte de San Quirce homenajea hoy al investigador que “iluminó la historia económica de Segovia y de Castilla y León”.

“Ángel [García Sanz] ha iluminado aspectos de la historia de Castilla que permanecían en la oscuridad, desconocidos”. La frase, dicha ayer por el sepulvedano Antonio Linage Conde, podría resumir la trayectoria investigadora del ilustre historiador fallecido el pasado mes de julio, al que hoy (19,00 horas) rinde homenaje la Real Academia de Historia y Arte de San Quirce, una institución por la que García Sanz sentía debilidad.

Tras concluir sus estudios universitarios en Salamanca, García Sanz decidió realizar su tesis doctoral en Madrid, bajo la dirección de Gonzalo Anes. Aquel trabajo, defendido en 1973, fue el germen del libro “Desarrollo y crisis del Antiguo Régimen en Castilla la Vieja”, una obra que Linage considera “fundamental” para entender la historia económica de la región.

“García Sanz —continúa Linage— se dedicó principalmente a la historia económica, que parece muy árida, pero él ponía tanto corazón que parecía más humana; la hacía más amena que los textos de historiadores que se dedican a otros campos”. Considerado por sus compañeros de San Quirce “tan riguroso como poco amigo de la retórica”, los estudios de García Sanz son hoy referencia obligada entender la evolución económica de Castilla y León.

En su faceta de profesor, y después de una corta experiencia en el instituto Andrés Laguna de Segovia, García Sanz ejerció su magisterio en la Universidad Complutense de Madrid y en la Autónoma, para afincarse finalmente en Valladolid, donde en 1982 consiguió la cátedra de Historia Económica.

Uno de los aspectos que más destaca Linage de su antiguo compañero en San Quirce es “su capacidad para romper tópicos”. Fue García Sanz quien deshizo el mito de que en Castilla no había latifundios. “Él solía decir que no se podía confundir la situación en Segovia capital con la parte de Riaza, donde cada persona tenía una oveja, en el sentido de que allí predominaba el minifundismo”. Otra muestra de su interés en romper tópicos fue el trabajo que realizó, precisamente con Linage, sobre el cura liberal tureganense Jerónimo García Gallego, que llegó a ser elegido diputado en la II República y acabó exiliado tras la Guerra Civil. “Él insistía en que dentro de la Iglesia había habido de todo, no solo conservadores”, declara Linage.

En la memoria también queda su contribución al libro “Manipulación y falseamiento de la historia de Segovia y de Castilla. A propósito de la cuestión autonómica segoviana”, escrito coincidiendo con la época en la que se planteó la creación de una autonomía uniprovincial en Segovia.

En el trato personal, García Sanz “era muy buena gente”, recuerda Linage. Además de su potente voz, el historiador llamaba la atención por su sentimentalismo. “Si se enfadaba e irritaba era precisamente por ser un sentimental, por una abundancia de cordialidad”, expone su amigo sepulvedano.

Cuando, a los 32 años, fue recibido como académico de San Quirce, lo agradeció como “el más alto honor que puede conferirse a quien, como yo, dedica sus afanes a historiar el pasado de nuestra tierra segoviana”. Pues bien, hoy San Quirce le dedicará un homenaje póstumo. En el acto intervendrán Linage y otros tres historiadores amigos del finado: Vicente Pérez Moreda (amigo desde la infancia), José Luis Mora García (familiar de García Sanz) y Francisco Javier Mosácula María (discípulo).