Gigantes y cabezudos

La tradición se mantiene año tras año después del encierro para animar a los más pequeños por las calles de la villa

No hay fiestas de Cuéllar sin los tradicionales gigantes y cabezudos recorriendo las calles después de cada encierro. A las once de la mañana, los más pequeños tienen una cita ineludible con estos simpáticos gigantones que incluso los más mayores recuerdan haber visto bailar en su infancia.

Dulzainas y tamboriles amenizan el pasacalles que congrega a cientos de niños a su alrededor. Se trata de una de las costumbres más divertidas y vistosas de las fiestas que los niños esperan con ansia.

Las ‘marionetas’, dirigidas por jóvenes de la localidad y operarios municipales, interactúan con los pequeños generando todo tipo de emociones. Algunos de los niños más pequeños se muestran reacios a los juegos con estas figuras debido a su corta edad; no es de extrañar que las dimensiones asusten a algunos de estos pequeños. No obstante, pronto comienzan a disfrutar de la música, los colores y la diversión que se origina alrededor.

Ayer, desde la Plaza Mayor, los gigantes y los cabezudos realizaron todo el recorrido del encierro con sus particulares bailes a los que se sumaron muchos de los viandantes.