Una mina de los talibanes afganos asesina a un cabo español de 25 años

El atentado también provocó heridas a otros cinco militares, cuyas vidas no corren peligro

De poco ha servido que la OTAN, que se hizo cargo de la Fuerza Internacional (ISAF) en 2003, haya incrementado desde entonces sus efectivos en Afganistán desde los 5.000 iniciales hasta los 67.000 de 42 nacionalidades que hoy en día pisan el país asiático.

Tan formidable despliegue no es capaz de impedir el reinado de facto de los insurgentes talibanes, que ayer asesinaron al cabo Cristo Ancor Cabello Santana -de 25 años y miembro del Ejército de Tierra desde 2003- e hirieron a cinco compañeros cuando el vehículo en el que viajaban saltó por los aires tras pisar una mina antitanque accionada por presión en las proximidades de Herat, al oeste del país asiático.

El fallecimiento eleva a 90 las víctimas mortales de la misión española, la más sangrienta de todas en cuantas han participado las Fuerzas Armadas patrias.

Según explicaron fuentes de Defensa, el transporte atacado formaba parte de un convoy que realizaba una patrulla de reconocimiento, con la misión de «hacer presencia» y desmantelar check points ilegales -controles de carretera de los terroristas- en el distrito Pasthun Zarghum.

El departamento dirigido por Carme Chacón, que ayer viajó de inmediato a Afganistán para conocer de primera mano las circunstancias de la tragedia, explicó que los cinco heridos evolucionan favorablemente y que pronto podrán regresar a España para completar su recuperación, ya que todas sus heridas son de carácter leve.

También se anunció que Ancor, que pertenecía al Regimiento de infantería ligera Soria 9, con base en Fuerteventura, será condecorado a título póstumo con la Cruz al Mérito Militar con distintivo rojo y su familia recibirá una indemnización de 140.000 euros.

Al margen de la tragedia humana, que lamentaron sin excepción todos los partidos, el ataque reavivó de inmediato el debate político sobre la seguridad de las tropas y la idoneidad de los medios materiales de que disponen, especialmente los vehículos, muy vulnerables ante las bombas de los insurgentes.

Así, mientras el presidente Zapatero y la propia Chacón se limitaron a ensalzar el trabajo de los uniformados y trasladar su «apoyo y afecto» a la familia de la víctima, desde el Partido Popular no se limitaron a las condolencias, sino que también se aprovechó para solicitar mejores medios para el contingente.

Por boca de su presidente, Mariano Rajoy, los populares expresaron su solidaridad con los allegados del fallecido y ensalzaron la labor de las Fuerzas Armadas. «Están dando una batalla en la guerra de Afganistán con el apoyo del Gobierno de España y también de la oposición, en defensa de la democracia, la libertad y los derechos humanos», aseguró el dirigente conservador.

Acto seguido, Rajoy solicitó de Moncloa que realice «un esfuerzo para mejorar la seguridad» de los uniformados que participan en lo que, repitió, es una «guerra» con todas las consecuencias.

De hecho, la principal mejora pendiente es la sustitución de los controvertidos y endebles BMR (Blindado Medio sobre Ruedas) como el atacado ayer por vehículos antiminas RG-31.

Sin ir más atrás en el tiempo, el pasado 23 de septiembre Chacón avanzó que «en las próximas semanas» se enviarían esos nuevos vehículos, recientemente adquiridos a Sudáfrica y que están especialmente diseñados para resistir explosivos.

A través de Santa Bárbara Sistemas, filial de General Dynamics Land Systems, que es quien fabrica el modelo, Defensa adjudicó un contrato por valor de 64,6 millones de euros para el suministro de casi dos centenares de unidades, la mitad de las cuales deberían estar entregadas a lo largo de este mismo año 2009.