Otegi había recibido el encargo de ETA de pactar otra ‘tregua trampa’

Baltasar Garzón envía a la cárcel al ex portavoz de Batasuna y otros cuatro ‘abertzales’, todos ellos implicados en el intento de reconstrucción de la cúpula de la formación ilegalizada

Como dicta el sentido común y había pedido la Fiscalía, el juez de la Audiencia Nacional Baltasar Garzón acordó ayer tarde el ingreso en prisión del ex portavoz de Batasuna Arnaldo Otegi, al que acompañarán en la celda el ex líder del sindicato LAB Rafael Díez Usabiaga y otros tres dirigentes proetarras. El magistrado les acusa a todos ellos de intentar reconstituir una nueva dirección del brazo político de la banda terrorista.

Tras interrogarlos durante varias horas, Garzón dejó libres a cinco de los 10 detenidos en la redada, entre ellos al histórico Rufino Etxebarría, sobre el que no pesan cargos porque estaba en la cárcel cuando se cometieron los presuntos delitos.

Tampoco se adoptaron medidas cautelares contra Ainara Oiz, mientras que Amaia Esnal, José Manuel Serra y José Luis Moreno Sagúes tendrán que satisfacer una fianza de 10.000 euros.

Además de Otegi y Usabiaga, también ingresarán en la cárcel la ex tesorera del Partido Comunista de las Tierras Vascas (PCTV), Sonia Jacinto; Miren Zabaleta, hija del coordinador de Aralar, Patxi Zabaleta, candidata de ASB en 2007 y promotora de una página web vinculada a SEGI (gaztesarea.net) y a Arkaitz Rodríguez, ex responsable de Haika en Álava.

A la hora de argumentar el nuevo encarcelamiento de Otegi, cara visible durante muchos años de los abertzales proclives a la violencia, Garzón explicó que el ex portavoz batasuno es en la actualidad máximo responsable del nuevo «referente político» sustitutivo de la formación ilegalizada y, como tal, estaba encargado de «conseguir treguas encubiertas para Euskal Herria de acciones de ETA» que facilitaran los contactos con partidos independentistas que condenan la violencia.

Según se desprende del auto, Otegi llevaría a cabo esta tarea «en cumplimiento de las directivas» de la organización criminal y con el objetivo prioritario de facilitar «aproximaciones con formaciones o agentes políticos y sociales soberanistas o independentistas que se muestran contrarios a la violencia y que exijan su cese como requisito para continuar, si bien la actividad violenta continúa con el resto de España».

Tales evidencias están sobradamente demostradas después de que los arrestados fueran sometidos a vigilancia policial desde febrero. Pese a que los abertzales tomaban grandes medidas de seguridad para despistar, como entrar y salir de la sede de LAB en San Sebastián de manera escalonada, las pesquisas han determinado que Otegi y sus compinches ya habían ultimado la creación de un organismo denominado Bateragune (Todos juntos), que pretendía ser la nueva cúpula de la tradicional Batasuna y servir como marca que permitiera a los pistoleros participar en las municipales de 2010.

En la investigación también resultó de gran utilidad la documentación que se le intervino al último gran ideólogo de ETA ekaitz Sirvent, detenido en abril en París, en la que se recoge sin lugar a dudas la sumisión absoluta de Otegi a los pistoleros de la banda.

De hecho, la Policía tiene constancia de viajes del ex portavoz al sur de Francia para mantener encuentros con responsables de la organización asesina.

Durante sus estancias en el país vecino, que también fueron controladas por las Fuerzas de Seguridad, Otegi cambiaba reiteradas veces de coche ante la sospecha, fundada, de que pudiera estar seguido y vigilado por agentes de la lucha antiterrorista.