Noche de tensión en Gibraltar tras hostigar la Royal Navy a pescadores

En la madrugada de ayer, las patrulleras de la Guardia Civil intervinieron para proteger a los españoles.

El día menos pensado, como indicó un armador, las aguas del Estrecho se teñirán de sangre si no se soluciona de una vez el conflicto pesquero entre Madrid y Londres. Durante la madrugada de ayer se produjo un nuevo incidente entre profesionales españoles y patrulleras de la Guardia Civil frente a la Policía gibraltareña y una embarcación de la Royal Navy en las aguas próximas al Peñón, donde hubo insultos, amenazas y algún choque entre embarcaciones, según fuentes del Instituto Armado.

Éstas precisaron que el momento de tensión se extendió entre dos y tres horas después de que cuatro barcos gaditanos saliesen a faenar por la zona. El método que utilizan sus armadores consiste en desplegar un bote que se denomina lucero, con gran luminosidad, para atraer al pescado y, posteriormente, en colaboración con el resto de naves soltar las redes.

Precisamente, fue este aparato el que llamó la atención de la autoridades gibraltareñas, y hasta el lugar se desplazaron varias embarcaciones de la Policía de Gibraltar, así como una patrullera de la Marina inglesa, concretamente la P285, de pequeñas dimensiones.

Las lanchas británicas comenzaron a situarse a entorpecer las labores de pesca y a hostigar a los andaluces, lo que provocó la aparición de la Guardia Civil para protegerles. Esta intervención no evitó que continuasen los intentos de impedirles llevar a cabo su trabajo, lo que dio lugar a algún choque entre embarcaciones, insultos y amenazas. Las autoridades del Reino Unido llegaron a advertir de la posibilidad de abordar los pesqueros, algo que no había sucedido antes.

Finalmente, se pudo terminar la faena y regresar a puerto, escoltados por la Benemérita, sin que el incidente pasase a mayores. Esta situación se produce después de las conversaciones de los últimos días entre políticos de uno y otro lado de la Verja, concretamente entre Gemma Araujo (PSOE), alcaldesa de La Línea, y Fabián Picardo, ministro principal de Gibraltar.

En vista del cariz que están tomando los acontecimientos y de la poca o nula efectividad de las reuniones entre los dirigentes de la zona, la Unión de Oficiales de la Guardia Civil defendió la necesidad de que intervenga la Armada. En el caso de entrar en esa dinámica, las consecuencias podrían ser, a juicio de algunos expertos, absolutamente impredecibles, ya que, hace justo una semana, el periódico británico The times publicó que el Ejército del Reino Unido sopesa enviar una flota a la zona y usar su fuerza si es absolutamente necesario.

Farol o no, el Ministerio del Interior, por boca de Jorge Fernández Díaz, dejó la diplomacia para Exteriores, y advirtió de que el Gobierno protegerá a los pescadores españoles, y que no aceptará «ni intimidaciones ni humillaciones».

Eso sí, aclaró que, en todo caso, la Policía gibraltareña, «por primera vez en la Historia», «se disculpó», alegando que pensaba que los intrusos «eran ceutíes». Además, subrayó que los hombres de la mar agradecieron, a través de una carta, su trabajo a la Guardia Civil. Tras reiterar que el Ejecutivo defenderá sus derechos, confió en que, «a pesar de las dificultades», «llegaremos a un entendimiento haciendo valer nuestras razones». Así, comentó que, durante la mañana, se había puesto en contacto hasta «tres veces» con su colega José Manuel García Margallo.

La versión que se dio desde la Roca no fue, ni mucho menos, en tono de disculpa, sino más bien al contrario. Se habló de «operación orquestada y violenta» de los pescadores de Algeciras. Mientras, Londres calla, y según algunos rotativos británicos, investiga con sumo sigilo.

«Si llego a tener un cañón…».- Los patrones de los tres barcos implicados en los incidentes de la madrugada de ayer, así como sus empleados, tardarán en olvidar un suceso muy desagradable que pudo acabar en tragedia. «Es que un día va a ocurrir una desgracia», apostilló el presidente de los armadores andaluces, Pedro Maza, que ansía a que se llegue a un acuerdo cuanto antes.

Mientras, los profesionales de la mar, que se vieron zarandeados «como por un toro mecánico» por las olas que provocaban las zodiacs llanitas que daban vueltas alrededor, no dejaron de soltar todo tipo de improperios hacia sus vecinos. «¡Si llego a tener un cañón en el barco, en ese momento los ingleses salen volando! Imagínate, yo estoy ya mayor y tengo las dos caderas hechas añicos, pero en ese momento no hacía más que saltar por el barco y pegar gritos para intentar evitar males mayores», explicó un veterano con sorna típicamente gaditana. Todos ellos se tuvieron que echar al suelo para no salir despedidos de las embarcaciones.