Los alpinistas Reinhold Messner (i) y Krzystof Wielicki durante la rueda de prensa ofrecida en Oviedo.
Los alpinistas Reinhold Messner (i) y Krzystof Wielicki durante la rueda de prensa ofrecida en Oviedo. / efe

El alpinista italiano Reinhold Messner, premio Princesa de Asturias de los Deportes junto al polaco Krzystof Wielicki, defendió ayer la descentralización regional “con responsabilidad” hacia el Estado, aunque afirmó que, en su opinión, una autonomía “nunca es un proyecto terminado”.

En rueda de prensa, el galardonado señaló que el debate español sobre el modelo territorial también se da en su Tirol del Sur natal, provincia italiana de habla alemana con importantes vínculos culturales con Austria.

Preguntado por el debate que se da en España por Cataluña, Messner hizo un repaso histórico a la historia reciente de su región y los intentos de italianización que se produjeron bajo el régimen fascista de Mussolini, cuando se prohibió el uso del alemán.

Pasión por algo nuevo

Todo cambió en los cincuenta con la llegada de la autonomía política, un marco donde Messner se siente cómodo aunque él no se sienta italiano. “No somos italianos, somos de Tirol del Sur, somos europeos y somos ciudadanos del mundo, tres etiquetas que aprovechamos”, indicó.

En esa línea, recordó que la descentralización supuso pasar de ser la región más pobre de Italia a una de las más ricas de Europa, lo que demuestra que “la autonomía funciona” aunque “nunca es un proyecto terminado”.

Sobre las ideas independentistas afirmó que esto hoy en día en Europa no sería posible y abogó por una descentralización donde las regiones sean “responsables” con el Estado “porque no lo pueden tener todo, eso sería ser un Estado”.

Por otro lado, el polaco Krzystof Wielicki abogó por respetar las diferencias de las diferentes regiones europeas. “Las patrias pueden ser pequeñas y hay que respetarlas”, señaló, para explicar que para una persona su patria puede ser “el valle más pequeño”.

Sobre la evolución del alpinismo, Messner explicó que, además de la equipación, este deporte ha cambiado mucho en las últimas décadas, al pasar de ser “una aventura” a una “tendencia con distintas disciplinas”.

“Ahora a veces ni tocan la roca, van a rocódromos, mientras que en la montaña hay turistas”, detalló para criticar a los alpinistas “ricos” que suben a una cima para exhibirse ante la gente “sin interés por hacer algo especial más que colgarse una medalla”.

En ese sentido, defendió el alpinismo como un hecho cultural antes que un deporte. Todo ello con unas motivaciones basadas en el instinto de supervivencia y la superación. “Nos sentimos renacidos al superar lugares peligrosos y volvemos a soñar con nuevos proyectos”, explicó.

Por otro lado, Wielicki abogó por conocer el pasado y tener respeto hacia lo ya hecho. “Nosotros queríamos construir cierta historia, hacer algo que fuese recordado”, señaló, para añadir que va a recibir el premio en nombre de todos aquellos alpinistas polacos que le precedieron.

Además, definió el alpinismo como una “pasión” y una “adición” que le gusta vivir en “condiciones difíciles” para hacer “algo nuevo”. “El alpinista no lucha contra las montañas, lucha contra sus debilidades. Probamos hasta donde podemos llegar para construir nuestra propia personalidad”, sentenció Wielicki.