El presidente de EEUU, Donald Trump, confirmó que si no llega a un acuerdo con Xi Jinping recrudecerá los aranceles. / EFE

Los presidentes de EEUU, Donald Trump, y China, Xi Jinping, serán este fin de semana los protagonistas indiscutibles de la cumbre del G20, con un nuevo intento de frenar su guerra comercial antes de que Washington cumpla su amenaza de extender sus aranceles a todas las importaciones chinas. La visita de Trump a Osaka, donde aterrizó ayer a las 18.42 (11.42 GMT), llega con varios frentes abiertos en su política exterior, incluidas las crecientes tensiones con Irán y el estancamiento de su estrategia en Venezuela, que centrarán hoy una reunión con el presidente ruso, Vladímir Putin.

Pero en la ciudad japonesa todas las miradas están puestas en la cita que mantendrá con Xi mañana, un mes y medio después de que Trump rompiera la tregua comercial al subir al 25 % los aranceles a productos chinos por valor de 200.000 millones de dólares.

Antes de despegar hacia Osaka, Trump confirmó que si no llega a un acuerdo con Xi recrudecerá los aranceles a China, pero confundió a los mercados al estimar el valor de los próximos productos afectados en 600.000 millones de dólares, una cifra que supera con creces el total de las importaciones chinas anuales a Estados Unidos.

Sin embargo, tanto Washington como Pekín han dado señales de optimismo: el secretario del Tesoro estadounidense, Steven Mnuchin, dijo este miércoles que las negociaciones estaban «al 90 %» para cerrar un acuerdo, y el viceministro de Comercio chino, Wang Shouwen, mencionó el lunes la necesidad de hacer «concesiones».

El diario independiente hongkonés South China Morning Post aseguró hoy que ambos países planean anunciar una tregua que frenará la imposición de los nuevos aranceles estadounidenses.

Eso implicaría aparcar, una vez más, la disputa central de las negociaciones: el intento de Washington de forzar cambios estructurales en asuntos como la propiedad intelectual en China. La otra reunión clave de Trump en Osaka será la que mantendrá con Putin, al que verá por primera vez desde su polémica cumbre de hace casi un año en Helsinki, en la que el mandatario estadounidense puso en duda las conclusiones de sus propias agencias de Inteligencia sobre la presunta injerencia rusa en las elecciones de 2016.

Esta vez, la sospecha de una posible conspiración entre Trump y Rusia para llegar al poder no planeará ya sobre la reunión, porque el fiscal especial que investigaba el asunto en EEUU, Robert Mueller, terminó en marzo su pesquisa y descartó esa posibilidad.

Eso podría aportar “un tono de celebración” a la reunión con Putin, quien siempre ha negado cualquier interferencia en el proceso electoral de EEUU, según William Courtney, un exdiplomático experto en Rusia que trabaja en la independiente corporación RAND.

Las disputas

“Pero la conclusión de la investigación de Mueller no reduce el apoyo a las sanciones a Rusia (por sus acciones en Ucrania) ni en EEUU ni en Europa, y tampoco afecta a las otras disputas entre Rusia y Occidente”, dijo Courtney.

La Casa Blanca evitó estructurar la agenda de la reunión para satisfacer los deseos de Trump, que quiere dejarse guiar por su química personal con el líder ruso, pero se espera que ambos hablen tanto de la drástica escalada en las tensiones entre EEUU e Irán como de la crisis política en Venezuela.

Cinco meses después de reconocer como presidente al líder opositor de Venezuela, Juan Guaidó, la Casa Blanca ha bajado el volumen a su campaña contra el presidente venezolano, Nicolás Maduro, pero no ha dejado de culpar a Rusia de que siga en el poder. Venezuela también centrará parte de la reunión de Trump de hoy con el presidente brasileño, Jair Bolsonaro, con el que ya mostró una gran sintonía al recibirle en marzo en la Casa Blanca. La agenda de bilaterales de Trump incluye también al príncipe heredero saudí, Mohamed bin Salman; el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan o la canciller alemana, Angela Merkel, entre otros.