El renacer de un continente

El inquilino de la Casa Blanca asegura que ahora es el momento de los hechos más que de las palabras y exige que Cuba muestre señales de su democratización.

La V Cumbre de las Américas puso de manifiesto el acuerdo para empezar una nueva era en las relaciones entre América Latina y Estados Unidos, pese a que la declaración final no logró la unanimidad de los 34 líderes participantes.

La cita concluyó con el calificativo de histórica porque ha marcado un punto de inflexión en el vínculo entre el norte y el sur, gracias a los buenos augurios llevados hasta Trinidad y Tobago por el nuevo inquilino de la Casa Blanca, Barack Obama.

Al término del encuentro, el presidente de México, Felipe Calderón, aclaró que la declaración se aprobó por consenso, no por unanimidad, al destacar que lo más importante fue el espíritu de franqueza.

«No habíamos asistido a una cumbre con tal nivel de franqueza y cordialidad. Existe un convencimiento general de que están puestas las bases para relanzar una nueva etapa, con más cooperación y entendimiento recíproco», señaló.

Tras calificar la cumbre de «histórica», por «el aliento, el espíritu constructivo, el diálogo, la visión de entendimiento y por la comprensión común», auguró «mejores días para el continente americano» tras una historia «marcada por desencuentros».

Todos los mandatarios, incluidos los máximos detractores del anterior presidente de EEUU, George W. Bush, coincidieron en señalar ese hecho.

Los integrantes de la Alternativa Bolivariana para las Américas (ALBA), Venezuela, Cuba, Bolivia, Nicaragua, Dominica y Honduras, habían anunciado antes de acudir a la cita su intención de no firmar la declaración final, en protesta por la ausencia de La Habana y por discrepar sobre la recomendaciones para afrontar la actual crisis económica y financiera global.

El dirigente hondureño, Manuel Zelaya, también restó importancia a que no se alcanzara la unanimidad porque «la firma no es exactamente lo más importante, sino el diálogo que se establece».

Zelaya y sus colegas de El Salvador, Elías Antonio Saca, y de Guatemala, Álvaro Colom, coincidieron en señalar que Obama se mostró dispuesto a analizar una reforma migratoria, como le pidieron durante la reunión que mantuvo ayer con sus homólogos de Centroamérica.

El nicaragüense Daniel Ortega fue el más crítico y mantuvo sus reservas, aun así disculpó al líder demócrata: «Es el presidente de un imperio que tiene sus reglas, él no puede cambiarlas», dijo.

Venezuela, Brasil, Bolivia y Nicaragua fueron algunos de los países que expresaron reservas a la declaración por motivos relacionados con la crisis financiera y políticas energéticas, pero, sobre todo, porque Cuba no forma parte de la Organización de Estados Americanos (OEA).

Los temas clave de la discusión durante la cumbre fueron la necesidad de capitalizar el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), afrontar la recesión global con otras herramientas y ver la forma de hacer regresar a La Habana al seno de la OEA, así como mejorar la situación en Haití, aseveró el primer ministro de Trinidad y Tobago, Patrick Manning.

Por su parte, tras la clausura de la V Cumbre de las Américas de Puerto España, Obama afirmó que a partir de ahora «lo importante son los hechos, no las palabras» para demostrar una nueva relación en el continente americano.

El presidente estadounidense afirmó que en esta reunión se ha lanzado una «nueva era de alianza» y en los últimos días «hemos visto señales potenciales positivas en el cambio de la relación entre EEUU y Cuba y Venezuela».

Pero, subrayó, «la prueba para todos nosotros no serán solo las palabras, sino también los hechos», tanto por parte de EEUU como de Latinoamérica.

El dirigente indicó que durante la reunión «hemos visto palabras grandilocuentes, pero tenemos que asegurarnos de que continuamos la tarea para conseguir resultados». Según recordó, Washington ya ha dado esas primeras señales de cambio en lo que respecta a Cuba, al liberalizar los viajes y los envíos de remesas de los cubano-estadounidenses hacia la isla, y espera ahora que el Gobierno de La Habana muestre señales claras hacia la democratización.

Romper el hielo tardará un tiempo

La V Cumbre de las Américas deja la impresión de que ha comenzado el deshielo entre Cuba y Estados Unidos, pero el presidente Barack Obama solo ha dejado el conflicto donde lo encontró en 2001 su antecesor, George W. Bush, y en la isla hay ofertas de diálogo, pero no pasos concretos.

Analistas y diplomáticos coinciden en que será mejor esperar sentados la normalización de relaciones de La Habana y Washington, que puede llevar años o lustros tras medio siglo de batallas retóricas, económicas, militares y de espías, con heridas en carne viva, duelos recientes y odios arraigados.

Y ello partiendo de la premisa de que el deshielo se volverá realidad, porque también hay quienes señalan grandes posibilidades de que fracasen los actuales líderes de los dos países en este amago de reconciliación, como ya ocurrió antes.

El mismo Fidel Castro, primer secretario del gobernante Partido Comunista, reiteró que cree en la buena fe de Obama, pero duda de que baste para cambiar el rumbo del «imperio». Sin embargo, todos los observadores reconocen que ambas partes han mostrado en los últimos días buena voluntad.